21 marzo 2007

Nip Tuck: blanco o negro II

Si alguien sigue la inclasificable serie Nip Tuck se sorprendería, si es que algo puede sorprender ya en un culebrón tan desatado, cuando al final de la primera temporada el doctor Troy asiste al nacimiento de su hijo, y la blanca y pálida madre da a luz a un niño negro. Naturalmente el confuso doctor llega a la conclusión de que él no es el padre del bebé, pero el caso es que sí podría darse el caso de un niño negro nacido de padres blancos o al revés.

El biólogo checo Mendel enunció las leyes de la genética en el siglo XIX estudiando los guisantes, en concreto las diferencias y semejanzas que se daban entre una generación de plantas y la anterior. Observó que no siempre los descendientes mostraban una mezcla de las características que heredaban de sus padres, sino que muchas veces manifestaban sólo las de uno de ellos (lo que denominó el gen dominante). La otra característica (el gen recesivo) desaparecía en la segunda generación, pero curiosamente volvía a surgir en la tercera: aparecían plantas de semillas verdes como resultado de cruzar dos plantas que tenían ambas semillas amarillas.

La conclusión de estas leyes de la genética es que todos los seres somos portadores de muchos genes "débiles" que están ocultos o disimulados por otro gen más fuerte y que, aunque no se manifiesten en nosotros, sí se pueden transmitir a nuestros hijos. Si una persona de piel muy pálida y otra de piel morena tienen descendencia, el color de piel del bebé será el de aquél de sus progenitores que tenga un gen más fuerte en lo que se refiere a producción de melanina. Si ambos genes tienen la misma fuerza, la piel del hijo será de un tono intermedio (otra cosa es que en la sociedad racista todo el que no tenga la piel completamente pálida sea considerado negro porque ya vimos que las razas son un concepto cultural y no biológico), pero de no ser así, la piel del bebé puede ser desde casi blanca hasta muy oscura. Una persona de piel pálida puede, por lo tanto, ser portadora de genes productores de melanina si tiene algún antepasado negro. Si tiene un hijo con otra persona con la misma herencia genética el niño puede ser negro, siendo blancos tanto el padre como la madre. Eso sí, esto hasta ahora era muy difícil que ocurriera porque los matrimonios entre personas de distintas razas han estado mal vistos (incluso prohibidos en muchos países hasta la segunda mitad del siglo XX) y porque los descendientes de estas parejas se consideraban siempre negros, por eso lo que sí ha llegado a suceder ha sido lo contrario, niños blancos nacidos de padre y madre negros, como ocurría en La mancha humana, Imitación a la vida y las películas que comentamos en otra ocasión.

08 marzo 2007

Charlie y la fábrica de chocolate: energía dulce

El famoso director Tim Burton tuvo un considerable éxito en 2005 con Charlie y la fábrica de chocolate, una adaptación del gran escritor Roald Dahl. Los que la hayan visto saben que trata sobre cinco niños que son invitados a visitar la fábrica de chocolate del excéntrico millonario Willy Wonka, una especie de parodia de Michael Jackson. En la película se retrata al dueño de la fábrica como un empresario imaginativo y audaz en la investigación de nuevas (y delirantes) tecnologías, pero ni Roald Dahl ni Tim Burton llegaron a sospechar que un Willy Wonka real podría encontrar una forma de no pagar recibo de la luz y procurarse él mismo la energía necesaria para su empresa a partir del chocolate.

El gran problema energético mundial es que aún no se conocen formas eficientes de producir grandes cantidades de electricidad sin recurrir a los procesos de combustión (quemar carbón, petróleo u otros combustibles) que producen efecto invernadero y residuos tóxicos que se vierten a la atmósfera. Bueno, sí se conoce una energía limpia de bastante uso, la hidroeléctrica, pero tiene el problema de que no hay los suficientes ríos caudalosos y con saltos de agua para no tener que depender de otras energías. Al quemar el combustible se genera calor, el calor se emplea para hervir agua y transformarla en vapor a alta presión, y la fuerza de este vapor mueve grandes turbinas que están conectadas con generadores, máquinas capaces de transformar el movimiento giratorio en electricidad. Así funcionan las centrales térmicas y nucleares que producen la electricidad que consumimos en casa.

Existen otras energías alternativas menos contaminantes, y la que más está dando que hablar en los últimos tiempos es la pila de hidrógeno o pila de combustible. A pesar de su nombre, su gran ventaja consiste precisamente en que no hay reacción de combustión en ella, sino que funciona separando los elementos del átomo más sencillo que existe, el hidrógeno. Una membrana deja pasar los protones del hidrógeno, pero no los electrones, que una vez separados pueden recorrer un circuito produciendo electricidad (puesto que ésta no es más que el movimiento de electrones por un material conductor). Una vez aprovechada la electricidad, los electrones vuelven a juntarse con los protones y con el oxígeno del aire para reaccionar, con ayuda de un catalizador, formando agua. De esta forma hemos obtenido energía produciendo vapor de agua como único residuo, en lugar de los gases tóxicos que resultan de quemar carbón o petróleo.

¿Pero de donde sacamos hidrógeno en grandes cantidades si el aire sólo contiene oxígeno y nitrógeno? Ahí es donde puede entrar el chocolate; unos científicos del Reino Unido alimentaron a un cierto tipo de bacterias con restos de turrón, caramelo y otros dulces: los microorganismos consumieron el azúcar y produjeron hidrógeno.

El problema de estas pilas de combustible es que su coste de fabricación es muy alto y generan sólo pequeñas cantidades de electricidad, aunque cada vez la tecnología permite un coste más bajo y ya se experimenta con vehículos impulsados con este tipo de energía. Si se pudieran producir grandes cantidades de hidrógeno por medio de bacterias que comen chocolate .... que descanso para los pobres umpa-lumpas de la película.