30 diciembre 2005

Los Simpson, Jane Fonda y Meryl Streep contra la energía nuclear

La vista del pueblo de Springfield aparece dominada por la central nuclear donde trabaja Homer Simpson, de aspecto inquietante sobre todo por sus gigantescas torres de refrigeración. A pesar de su enorme tamaño, estas torres son completamente inofensivas. Los humos que salen de ellas son simple vapor de agua no contaminante; su función es la de enfriar, con agua de un rio o directamente con aire atmosférico, el vapor que ha pasado por el reactor nuclear para que pueda repetir su ciclo, volver a entrar frio en el reactor, calentarse, y mover una turbina que producirá electricidad. Su tamaño es enorme, y mayor en la base que en la parte superior, para que el aire circule enfriando el agua (igual que una chimenea funciona mejor cuanto más alta y cuanto más se reduzca su sección de abajo a arriba).

Naturalmente, que estas torres de apariencia tan siniestra (y que también existen en centrales térmicas no nucleares) sean inofensivas, no significa que la energía nuclear no sea peligrosa. No contamina el aire atmosférico, por lo que cuando comenzó a usarse se vendió como una energía "limpia" en comparación con los gases tóxicos producidos en las centrales que obtienen electricidad a partir de la quema de carbón o petróleo, pero el proceso que tiene lugar en un reactor nuclear es en realidad una explosión atómica controlada. Si por fallos de seguridad la reacción en cadena no consiguiera pararse, la catástrofe sería muy superior a la de Chernobyl, que no fue más que una "simple" fuga de material radiactivo cuyas consecuencias, ya de por sí muy graves, conocemos todos.

Y por si fuera poco, aun cuando el proceso tenga lugar en condiciones "seguras", queda el problema de qué hacer con los residuos radiactivos que se originan en la reacción, unos residuos que hay que encerrar a cal y canto porque emiten durante cientos o a veces miles de años radiaciones dañinas para todos los seres vivos .... Los "cementerios nucleares" donde se guardan ya están llegando al límite de su capacidad.

Meryl Streep, Kurt Russell y Cher protagonizaron en 1983 Silkwood, un drama sobre una trabajadora de una central nuclear muerta en extrañas circunstancias tras haber denunciado irregularidades en la seguridad de la central donde trabajaba. También Jane Fonda, Michael Douglas y Jack Lemmon denunciaron los peligros de la energía atómica en El sindrome de China (1977), un film más didáctico, pero también más plano y pobre dramáticamente.

Actualmente, las películas sobre energía nuclear han pasado de moda porque ha pasado de moda la misma energía nuclear: hace ya tiempo que no se construyen nuevas centrales en la gran mayoría de países del mundo: en su lugar se investigan energías alternativas más ecológicas (eólica, solar, etc), que por ahora todavía no están lo suficientemente desarrolladas como para poder cerrar todas las nucleares que aun existen en activo (cinco de ellas en España, por cierto), aunque pocos dudan que el cierre es el destino de estas centrales a corto o medio plazo. La energía nuclear fue, sin duda, el fracaso a mayor escala de la ingeniería del siglo XX.

21 diciembre 2005

2001: El espacio silencioso

Cuando Stanley Kubrick estrenó 2001:una odisea del espacio en 1968, demostró que la ciencia-ficción no tenía por que estar relegada al terreno de la serie B, sino que servía tan bien como cualquier otro género para contar historias más serias. Junto con la mayor pretensión artística llegó también un mayor rigor científico. Aparte de incorporar a uno de los primeros personajes electrónicos del cine, el famoso computador HAL, la película intentaba dar verosimilitud a los viajes espaciales, en una época en la que éstos empezaban a ser una realidad.

Un elemento chocante de la película fueron los planos mudos del espacio exterior. El espacio está lleno de la luz de las estrellas, pero es silencioso, no se transmite el sonido. La luz es capaz de propagarse en el vacío, al igual que el calor, pero el sonido es una onda de presión, las partículas de aire van chocando unas con otras y transmitiendo la vibración que, al llegar a nuestros tímpanos, se traduce en ruidos. Por lo tanto, sin aire atmosférico no hay sonido, así que cuando oimos en innumerables películas los choques o las explosiones de naves en el espacio, tenemos que pensar que se trata de una de esas famosas "licencias poéticas" de los autores.

20 diciembre 2005

Waterworld: hielillos a la mar

En 1995 Kevin Costner, dirigido por su amigo y tocayo Kevin Reynolds, obtenía un semiéxito/semifracaso con la ambiciosa y carísima Waterworld. La premisa del film era que el deshielo provocado por el cambio climático elevaba el nivel del mar hasta sumergir toda la tierra firme.

El calentamiento global se produce por la quema de los llamados combustibles fósiles (carbón, petróleo o cualquier otro de origen orgánico); la combustión produce CO2, un gas que al parecer impide que el calor del sol que entra en la Tierra pueda salir de nuevo al espacio exterior, recalentando el planeta igual que el cristal de un invernadero (de ahí lo de llamarlo efecto idem).

En los diez años que han pasado desde Waterworld, el cambio climático se ve como una amenaza cada vez más próxima; no obstante, la exageración de la película es evidente, puesto que la cantidad de hielo que existe en el planeta no es ni mucho menos suficiente para cubrir la tierra. Los científicos calculan que la fusión de todo el hielo de los casquetes polares "solamente" podría elevar el nivel del mar hasta unos 70 metros, es decir que ciudades como Madrid y otras muchas no se enterarían, la mayor parte de la tierra seguiría igual de seca.

Eso no quiere decir que el calentamiento global y el deshielo no supongan un riesgo muy a tener en cuenta. El hielo fundido es agua dulce y traería una bajada del nivel de sal en el mar que podría suponer cataclismos importantes en la vida marina. Pero eso sería casi lo de menos comparado con las alteraciones climáticas que supone un planeta más caliente con un océano más frío.

Este último es el punto más peligroso porque es sencillamente imposible calcular sus consecuencias. El clima no se rige por leyes conocidas sino que es caótico (y más adelante hablaremos más largo y tendido sobre la teoría del caos), con lo cual no se puede predecir lo que ocurrirá ni hay forma de prevenirlo. Todos los huracanes y cataclismos naturales que estamos padeciendo ultimamente en lugares donde este tipo de fenómenos eran inéditos nos dan un "pequeño" aviso de lo que podría ocurrir. Aunque no vayamos a acabar todos con branquias como en Waterworld, mejor tomárselo en serio.

Señales: extraterrestres hidrofóbicos, go home

De la amplia galería de extraterrestres que han invadido el mundo a lo largo de la historia de la ciencia-ficción, los de Señales, el film de M. Night Shyamalan de 2002, son de lo más rocambolescos por su alergia al agua, que se intuye a lo largo de la película y se confirma al final, dando la clave para su expulsión de nuestro planeta.

La vida al margen del agua resulta no imposible pero sí bastante difícil de imaginar para la gran mayoría de los científicos, y de existir sería un tipo de vida muy diferente a todo lo que conocemos; el agua es un compuesto esencial para la química por su neutralidad (ausencia tanto de acidez como de basicidad) y también por su condición de magnífico disolvente. De hecho, un punto crucial de las investigaciones acerca de la existencia de vida presente o pasada en Marte es el clarificar si existe o existió agua líquida en el planeta.

Por tanto resulta extraño pensar en un ser vivo alérgico al agua, y más en un ser antropomorfo como los marcianitos de Señales; pero, aun cuando pudieran existir formas de vida que no sólo no dependieran del agua, sino que este compuesto les resultara dañino, no es posible que fueran capaces de invadir la Tierra.

Aparte del conocido hecho de que la superficie de nuestro planeta está cubierta de agua en sus tres cuartas partes, el aire que respiramos está también compuesto en cierto grado por agua, y un grado considerable, ya que todos apreciamos la diferencia entre los climas secos, donde el aire contiene menos agua, y los climas húmedos.

Por lo tanto un extraterrestre hidrofóbico no sólo no podría mojarse, sino que el contacto con el mismo aire le haría daño, le sería imprescindible un traje espacial. Además, la alergia a un elemento tan cotidiano como el agua se haría notoria desde el primer momento en que pusieran el pie en el planeta y de ninguna forma tendrían tiempo de conquistar ningún territorio antes de que los humanos descubrieran esa manera tan sencilla de librarse de ellos. Además otros lo descubrirían mucho antes que la familia protagonista de la película, que eran buena gente pero un poco simples ...

Magnolia: lloviendo ranas

Quien haya visto esta curiosa película coral de Paul Thomas Anderson (1999), recordará probablemente la escena surrealista en la que miles de ranas llueven sobre la ciudad y sobre los desconcertados y atormentados protagonistas. Pues bien, al margen de su valor metafórico, las lluvias de ranas son un fenómeno raro pero real y explicable científicamente.

En el interior de un tornado la presión atmosférica es tan baja que se produce un vacío, y con él un efecto de succión similar al de una aspiradora muy potente. Si esto ocurre en una charca llena de ranas, éstas se verán aspiradas y transportadas hacia arriba; cuando el tifón pierda intensidad y ya no pueda contrarrestar la acción de la gravedad, caerán al suelo "lloviendo" sobre el lugar, que puede estar a muchos kilómetros de distancia de su habitat original.

Probablemente no sea posible una lluvia de ranas tan intensa como la de la película, ni de esa pureza, puesto que con los anfibios deberían llover también otros animales, plantas u objetos que se encontraran en el estanque. No obstante, sí es lógico que no llueva agua ya que esta, pulverizada y dispersa por la acción del tornado, se evapora facilmente en la atmósfera. Quien siga sin creérselo, puede leer noticias de lluvias de ranas en los siguientes links:

http://www.ananova.com/news/story/sm_1421070.html?menu=

http://www.culiacan.com.mx/publico/eventos/previa.asp?action=noticia&id=37

El grupo sanguíneo de Dracula


Los vampiros chupan sangre a diestro y siniestro de cualquiera con gran promiscuidad. Los mortales somos más delicados para eso, puesto que recibir sangre no compatible con la nuestra puede ser muy peligroso; salvo para unos pocos que tienen una condición natural que les permitiría ser vampiros ....

Cuando Bram Stoker escribió la novela Dracula, en 1896, la medicina empezaba a experimentar con las transfusiones de sangre. Al introducir en el cuerpo de un herido sangre de otra persona, a veces el enfermo mejoraba espectacularmente; otras moría de forma igualmente rápida; este fenómeno fue algo inexplicable hasta que se descubrieron los grupos sanguíneos en 1900, después de la publicación del libro.

Ni Bram Stoker ni su criatura, por lo tanto, podían saber nada del tema, de ahí que cuando Dracula empieza a morder y beber la sangre de su primera víctima en Londres, Lucy, el doctor Van Helsing cure a la muchacha con la innovadora técnica de las transfusiones, tomando como donantes ni más ni menos que a cuatro hombres distintos. En la vida real, esto habría matado a la pobre Lucy mucho más rápidamente que las mordeduras de Dracula, a menos que ella fuera del grupo sanguíneo de los vampiros, el AB positivo o receptor universal, o que todos sus donantes fueran O negativo o donante universal.

¿Por qué? Pues porque lo que se conoce como grupos sanguíneos A y B son dos proteínas que a veces se encuentran en la sangre. Quien tiene una de ellas es A, quien tiene la otra es B, quien tiene las dos AB, y quien no tiene ninguna de las dos, O. Además existe una tercera proteína que es el factor Rh, si está presente se habla de Rh +, si está ausente Rh-.

Si quien no tiene una de esas proteínas la recibe en una transfusión, su cuerpo reaccionará contra ese elemento extraño. Por lo tanto, un O solo puede recibir sangre de otros O, un A puede recibirla de otro A o de un O, y un AB, como tiene de todo, puede recibir de cualquiera. Quien sea Rh-puede donar a cualquiera, pero solo recibir sangre de otros Rh-. Por lo tanto los vampiros, o bien son AB+, o bien se cuidan mucho de buscar cuellos de O-.

19 diciembre 2005

King Kong y Godzilla: el tamaño sí importa

¿Podría existir King Kong, un gorila de ese tamaño, y subir a los rascacielos con esa agilidad? Pues parece que la ciencia, que es una aguafiestas para el cine, dice que no.


Estamos acostumbrados a pensar de manera proporcional: si un libro cuesta cinco euros, dos libros cuestan diez euros; si ir a Madrid en coche lleva tres horas, ir a otra ciudad que esté el triple de lejos, lleva nueve horas. Por lo tanto podemos pensar que si hubiera un gorila el doble de alto que los que estamos acostumbrados a ver, tendría una cabeza y unos pies el doble de grandes y ya está ... Pero el tema de la escala es más complicado.

El cuerpo de un hombre o de un animal es una estructura semejante a la de un edificio. Los huesos, sobre todo los de las piernas, hacen la función de pilares que lo sostienen. Siendo el material del que está compuesta la estructura el mismo (y los animales estamos hechos todos de carne y hueso ... ejem, quitando algun@s que también contienen silicona, botox y demás), el peso que tienen que soportar las piernas/pilares está sólo en función del volumen, de forma que cuanto más tamaño más peso.

Pues bien, el hecho de que un pilar aguante o se rompa depende del peso que sea capaz de soportar por unidad de superficie. Si se duplica el peso, tiene que duplicarse el grosor de las piernas. Y ese es el problema con la escala: si cogemos un gorila normal y multiplicamos su tamaño por diez para convertirlo en King Kong, su peso no crece a la misma velocidad que su superficie, sino bastante más rápido.

Es una simple cuestión matemática: el peso depende del volumen; si multiplicamos la altura, la anchura y el espesor del cuerpo por diez (es decir, mantenemos las proporciones) el peso se multiplica por 10 · 10 · 10 = 1000. Sin embargo, la superficie de las piernas, como solo tiene dos dimensiones se multiplica nada más por 10 · 10 = 100. Una pierna que solo es 100 veces mayor está aguantando un cuerpo 1000 veces más pesado. El resultado es que King Kong o Godzilla no asustarían a nadie, porque se desmoronarían víctimas de frácturas varias nada más ponerse de pie.

Peor lo tienen todavía los insectos y los arácnidos, cuyas delgadas patas tienen que soportar exoesqueletos (esqueletos externos) muy rígidos y pesados para el tamaño que tienen. De ahí que los invertebrados estén muy limitados en tamaño, si fueran mayores estarían fracturándose las patas constantemente. De forma que películas tipo La humanidad en peligro y demás sobre hormigas o bichos gigantes no son muy verosímiles.

La única solución posible para King Kong, Godzilla o la Mujer de 50 pies sería perder su proporción y hacerse mucho más anchos que altos. De esa forma, su superficie crecería al mismo ritmo que su peso y sus pies podrían sostenerlos. Claro que serían mucho menos fotogénicos y cinematográficos. Tendrían unas pintas más o menos como estas; habría que ampliar el escope y las pantallas para verlos ....