25 mayo 2006

El exorcista: los (supuestos) peligros de la ouija

El exorcista es, como todos sabemos, una de las películas más célebres del cine de terror, y uno de los mayores iconos del género. No me voy a poner a comentar que Regan en plena posesión se rompa el cuello y haga girar la cabeza 360 grados, ni que levite, ni que hable idiomas que no conoce, etc., porque precisamente la película trata de fenómenos que desafían las leyes de la naturaleza. Me voy a centrar en cambio en un detalle, que se menciona un poco de pasada en el film, y es que la niña entra en contacto con un espíritu diabólico jugando con un tablero que encontró, creo recordar, olvidado en el desván de la casa, una especie de ouija.

Todos hemos oido leyendas urbanas de amigos de amigos que hicieron una sesión de ouija medio en broma y a los que les ocurrieron cosas raras en casa: que la tele se apagó sola, que se cayó un cuadro, etc. Y hemos recibido también advertencias de lo peligroso que es este juego; es curioso que este instrumento para hablar con los espíritus siga manteniendo su halo de misterio, y de una cierta "respetabilidad", cuando hace ya más de cien años que se demostró públicamente que es un fraude.

El primer fenómeno paranormal famoso desde que existen medios de comunicación de masas fue el de las hermanas Fox, unas niñas norteamericanas que hacia la mitad del siglo XIX se convirtieron en verdaderas celebridades y recibieron atención de la prensa "seria" por su capacidad para comunicarse con el más allá. La influencia del movimiento romántico y la pérdida de poder por parte de la iglesia en esa época desataron la moda del ocultismo; traer a mediums pasó a ser un entretenimiento habitual en las casas de alta sociedad, como retrató muy bien el gran Federico Fellini en Giulietta de los espíritus, e incluso grandes sabios de distintos campos, incluyendo a Faraday, el padre del electromagnetismo, se interesaron y dieron crédito a este tipo de fenómenos.

Los supuestamente dotados para comunicarse con el más allá tomaron casi siempre como referente la técnica de las hermanas Fox, que hablaban con las almas de los fallecidos en un código sencillo, formulando preguntas directas a las que los espíritus respondían sí o no por medio de golpes claramente audibles para todos los asistentes. Empezó así la parafernalia de la ouija ("oui" y "ja" significan "sí" en francés y alemán respectivamente), que luego otros mediums de éxito fueron perfeccionando: el juntar las manos de los asistentes alrededor de una mesa, colocar un tablero con las letras del alfabeto para que los espíritus pudieran dar respuestas más sofisticadas, etc. Muchísimos espectadores escépticos de múltiples ciudades oyeron estupefactos los sonidos que venían del más allá en una época en que no existían micrófonos, altavoces, magnetófonos ni ningún medio de reproducir sonidos ni de transportarlos de una parte a otra. No había nadie más en la sala aparte de las hermanas Fox y sus espectadores. El fraude era imposible .... ¿o no?

No fue hasta 1888 cuando una de las hermanas Fox, ya entrada en años, confesó el truco: de niñas habían desarrollado la habilidad de hacer crujir los huesos de los dedos de los pies de forma muy sonora, y en vista del éxito, desarrollaron técnicas para hacer los chasquidos aún más audibles, como bañar los pies en agua caliente antes de sus sesiones. A pesar de que la mujer hizo "hablar a los espíritus" a través de los dedos de sus pies delante de testigos, los creyentes en lo paranormal decidieron que esta evidencia no tenía importancia, y prefirieron no creerla en esa ocasión y sí al año siguiente, cuando se desdijo de sus declaraciones. La creencia en la comunicación con fantasmas que responden sí o no a preguntas a través de la ouija se ha mantenido, por lo tanto, hasta nuestros días.

La verdad es que la principal razón para no creer en los mediums, más que el constatado fraude de las hermanas Fox, es que, en el caso de que exista una vida después de ésta, es muy descorazonador pensar que va a consistir en servir de entretenimiento a chismosos aburridos que se sientan alrededor de una mesa para darles interés a sus vidas. Esperemos que el Más Allá tenga algo mejor que ofrecer ....

4 comentarios:

Jack Maybrick dijo...

Yo recuerdo de niño haber participado en una "sesión espiritista." Creo yo que a razón de ello fue precisamente por lo que me volví escéptico y amante de la ciencia.

Tenía yo unos 11 años, y acababa de llegar a México para afincarme definitivamente aquí. Los vecinos de la colonia donde vivía me invitaron a una sesión donde se suponía que íban a probar de una vez por todas que una señora amiga suya era capaz de comunicarse con los muertos. Y allá voy... sin que mi madre se enterara.

Estábamos alrededor de una mesa de tres patas, algo así como 6 personas, mas la "canalizadora", 7. Había una bola de cristal, una ouija, un papel y un lápiz. Se apagaron las luces, nos sentamos dentro de un círculo de sal (¿?) y la "canalizadora" encendió siete velas, una por cada color del arcoíris. Y de pronto empezó a agitarse y convulsionarse de una manera que yo veía más bien cómica (aunque mis vecinos la veían con respeto, asombro y hasta miedo) y de pronto, ¡Puf!, regresó a la normalidad.
--Hay aquí un espíritu de otro mundo-- dijo la "canalizadora". Yo casi le digo "¿de veras? ¿dónde?", pero me contuve. La canalizadora continuó:
--Es alguien alto, de pelo blanco, grande, viejo. --Y ahí voy yo:
--¿Abuelo? --pregunté yo. A lo mejor era un padre, o un bisabuelo, por eso pregunté.
Y en eso la "Canalizadora" se agitó y ¡puf! le cambió la voz.
--Hola, hijo. --me dijo con voz ronca y profunda.
--Abuelo, te cambió la voz.
--Porque te estoy hablando a través de esta mujer.
--¿Dónde estás?
--En el Más Allá, hijo.
--¿Y cómo le hiciste para ir allá?
--Aquí vienen todos cuando se mueren...
--¿Estás muerto?
--Sí...
--Pero si te acabo de dejar tomando whisky en la casa...
--Soy tu otro abuelo, hijo...
--Ah, caray... pues si eres mi otro abuelo... ¿cómo le hiciste para aprender a hablar en español tan bien?
--Hijo, no soy quien piensas...
--Sí, ya lo noté...
Y en eso la "canalizadora" se volvió a agitar, tanto que rompió la sillita de madera en la que estaba sentada, y tras caerse al suelo y golpearse salva sea la parte, y además tumbar la ouija, las velas y la bola de cristal (que le cayó en un pie a la anfitriona) gritó que había alguien con muy malas energías en la casa. Ahí yo solté la risa y me fui corriendo a mi casa.

Hasta la fecha recuerdo esa escena con mucho cariño...

Dillinger is dead dijo...

Ese tipo de anécdotas han ocurrido desde el comienzo de la historia del espiritismo. Supuestos fantasmas que cometen faltas de ortografía, o que se expresan de forma muy simple, muy rebuscada, o en general de forma más acorde con la personalidad del medium que del muerto, etc. Pero hay que tener en cuenta que, aunque estas triquiñuelas sean muy evidentes para nosotros (¡¡o no tanto, que todavía hoy a mucha gente la engañan con los timos más viejos!!), al público del siglo XIX, mucho más inocente y no tan acostumbrado al ilusionismo ni a los efectos especiales, le costaría creer que toda la puesta en escena que veía era un engaño. Los mediums embaucaron a varios personajes de los más cultos y brillantes de la época. Saludos.

Anónimo dijo...

Bueno, pues todavía hay gente muy crédula que no cree en los mediums pero cree en los políticos, que tienen menos credibilidad todavía.

Robertool Blog dijo...

Juego Ouija hace 3 años y medio, y es real, tengo experiencias muy buenas otras no tanto, pero es real...