El momento de mayor angustia del recordado thriller Atracción fatal (1987) llegaba cuando Anne Archer limpiaba el espejo del baño empapado de vapor, y la superficie antes opaca reflejaba el terrorífico rostro de Glenn Close, que no está allí precisamente para felicitar las navidades. El recurso del asesino que se esconde en el baño aprovechando los vapores de una ducha caliente, o el no menos popular de las palabras escritas en el espejo empañado, son bastante habituales en el género.Pero ¿tenemos clara la razón de un fenómeno tan cotidiano como que los cristales del cuarto de baño, o del coche, o de las gafas, se empañen? Es una cuestión de la humedad del aire; el aire contiene siempre una cantidad de vapor de
agua. Si se va humedeciendo más llega un momento en el que no puede almacenar más vapor (se dice que la humedad relativa ha llegado al 100 %) y entonces ese vapor que "sobra" se condensa, se vuelve líquido. Si esto ocurre sobre una pared, se produce el fenómeno de las paredes o techos que "sudan"; si ocurre sobre las plantas es el rocío; y cuando ocurre sobre un cristal, éste se empaña.Es fácil, por tanto, entender que la evaporación del agua de la ducha suba la humedad del aire y que éste condense sobre el espejo. ¿Pero por qué ocurre lo mismo con las gafas cuando venimos de la calle fría y entramos en un local
donde hace calor? Pues se debe a que el aire caliente tiene mucha más capacidad de absorber agua que el aire frío. Salvo que estemos en una atmósfera muy seca, al entrar con gafas en un espacio mucho más caliente, el aire en el local contiene mucho más vapor de agua que en el exterior, donde hace más frio. Los cristales de las gafas, mientras no se aclimatan, siguen a una temperatura mucho más baja, a la cual el aire no puede retener esa cantidad tan alta de vapor de agua, con lo cual el vapor se condensa empañando las gafas. La humedad absoluta no ha variado, pero sí la humedad relativa, que ha alcanzado de golpe el 100 % por la diferencia de temperatura entre el cristal y el ambiente. El fenómeno dura lo que tardan las gafas en alcanzar el equilibrio térmico con el local; cuando ya no están frías, el aire alrededor de los cristales ya no tiene mayor humedad relativa que el del local, y no necesita condensar. 

Quien haya visto la exitosa película Misión imposible de Brian de Palma (1996), recordará sin duda la escena en la que Tom Cruise tiene que llevar a cabo un robo en una habitación dotada de un sofisticado sistema de alarma. Cruise se ve obligado a descolgarse desde el techo y evitar por todos los medios situarse por debajo de una determinada altura, en la que sonaría la sirena.

Contact (1997) es una película de extraterrestres inusual en muchos sentidos. En primer lugar, la protagonista principal, interpretada por Jodie Foster, es una mujer independiente a la que no se juzga por ser soltera y sin hijos, que no tiene ninguna aventura romántica en la película, y que para mayor atrevimiento es atea (que no se diga que este blog no le hace un guiño al día de la mujer trabajadora). Aparte de eso, se trata de una adaptación de un best-seller de Carl Sagan, uno de los más importantes divulgadores científicos, por lo que el tema se plantea con bastante seriedad, lejos de las películas de marcianitos buenos o marcianitos malos invasores.



