29 diciembre 2008

Luces de gas

Hace no mucho he vuelto a ver todo un clásico que se estrenó en España en su día con el título Luz que agoniza pero que no tardó en hacerse popular bajo su auténtico nombre, Luz de gas. Es curioso ver un producto que en los años 40 sería lo más parecido que había a lo que hoy llamamos una película de terror, pero también lo es que ya en su día se tratara de una película de época testimonio de una tecnología anterior: el empleo del gas para la iluminación de las viviendas.

Los inventos más discretos y menos llamativos suelen ser los que más cambian la vida de la gente; a la bombilla le debemos el poder iluminarnos de una forma sencilla, barata y sin riesgo desde finales del siglo XIX. De su principio de funcionamiento ya hablamos en su día; los mucho más seguros cables eléctricos reemplazaron en las casas a la instalación de tuberías de gas que alimentaban las lámparas de queroseno como las que se ven en la película, que a su vez reemplazaron a mediados del siglo XIX a las más peligrosas lámparas de aceite de ballena.

Aparte del riesgo de explosión que provocaría un mal funcionamiento de la válvula de seguridad que debe liberar el gas en caso de un aumento de presión, la luz de gas tiene precisamente el problema que se ve en la película: si uno enciende muchas luces, disminuye el caudal de gas que llega a cada una de estas lámparas por lo que la iluminación se vuelve mortecina.

Esto también puede ocurrir con la electricidad; en un montaje de lámparas en serie como el que vemos a la izquierda del dibujo, las lámparas funcionan como si la electricidad tuviera que compartirse, como en una instalación de agua o de gas, y el brillo disminuye, se produce el efecto que hacía enloquecer a Ingrid Bergman en la película. En cambio, utilizando montajes en paralelo, como el de la derecha, se consigue que cada una de las lámparas brille como si se tratara de la única luz de la casa. El único inconveniente será que la corriente que pasa por el circuito común se hará más alta y habrá que poner un cable un poco más grueso. Pero seguimos hablando de cables y no de tuberías rígidas y mucho más gordas.

Curiosamente, tanto los cables eléctricos como los tubos del gas en el interior de la vivienda están confeccionados del mismo material: el cobre. Pero mientras en la instalación eléctrica se trata de unos hilillos que luego se pueden recubrir con cualquier plástico barato, en gas estamos hablando de una cantidad de metal, y por lo tanto un coste, mucho mayor. Que la electricidad se haya convertido en tan poco tiempo en la forma de energía dominante y la tecnología eléctrica reemplazara a la mecánica (aunque ahora a su vez va siendo más y más reemplazada por la electrónica), no es por capricho.

30 noviembre 2008

James Bond y la mecánica cuántica

En el blog de traducción del que soy coautor, hemos discutido hace poco acerca del significado del título de la última película de James Bond y de la conveniencia o no de dejarlo sin traducir. Quantum of solace, en mi opinión quiere decir un cuanto de solaz. ¿Y eso a su vez qué quiere decir? Pues es una forma algo pedantilla de decir una pizca de consuelo.

Un cuanto es la más pequeña cantidad de energía que puede existir. Y el principio básico en torno al cual se tejió la teoría de la mecánica cuántica es precisamente ese, que la energía no puede hacerse infinitamente pequeña sino que existe una cantidad mínima de energía, que es el cuanto. Por lo tanto, decir un cuanto de ... en sentido figurado es una hipérbole todavía más exagerada que una millonésima de ...

Según los matemáticos existen variables discretas y variables continuas. Por ejemplo, el número de personas que viven en una ciudad es una variable discreta, existen siempre "saltos" o "huecos" entre sus valores; o son 1.000.000 o son 1.000.001, pero no pueden ser 1.000.000,5. En cambio, las variables continuas están "rellenas", es decir, entre dos valores podemos encontrar siempre otro intermedio; son continuas, no existen saltos. Los números reales son continuos en teoría; los matemáticos siempre pueden imaginar, entre dos números muy próximos, uno que está en el medio de ambos.

Sin embargo, parece que en la realidad, por muy pequeños que sean esos saltos, siempre los hay; existen esos cuantos, esos valores mínimos. La realidad sería como una pantalla digital de mucha definición; aunque sean muy muy pequeños, existen píxeles indivisibles y cualquier medida será siempre un múltiplo de esos píxeles.

La mecánica cuántica, en la que no voy a entrar porque daría origen a un post kilométrico, ofrece mucho juego para el cine porque, según algunos de sus teóricos, deja campo abierto a la existencia de los famosos universos paralelos de algunas películas. La cosa es que las teorías cuánticas establecen la imposibilidad de determinar la posición de una partícula; la trayectoria y el movimiento se cambian por una ecuación matemática que nos da, no lo que ocurre en cada instante, sino simplemente la probabilidad de que algo ocurra en determinado instante. Podemos saber que en determinado momento es muy probable que ocurra algo; en otro momento es casi imposible. Ahora bien, lo que realmente ocurre, no podemos saberlo.

Esto se plasmó en la llamada paradoja del gato de Schrödinger. Consiste en introducir a un gato en una jaula, empezar a inyectar en ella un gas venenoso y esperar a que transcurra el suficiente tiempo para que la probabilidad de que el gato sobreviva sea de un 50 %. Abrimos la jaula y, ¿qué encontramos? ¿un gato vivo o un gato muerto? Nuestra lógica parece decirnos que una cosa o la otra; sin embargo, según la mecánica cuántica, el pobre gato no está ni vivo ni muerto, o más bien está vivo y muerto a la vez. Y esto lleva a algunos científicos a afirmar que existen dos universos paralelos, uno en el que el gato vive y otro en el que el gato muere. Parece absurdo, pero el mundo infinitesimal de las partículas subatómicas funciona así; en la mitad de las pruebas con las que intentamos verificar la vida de nuestro amigo felino nos dan como resultado que vive, sin embargo la otra mitad nos anuncian que está muerto. En el mundo subatómico, una cosa ocurre y no ocurre a la vez.

Aplicando el comportamiento de este mundo cuántico a la vida cotidiana, tenemos que, si yo me apoyo contra una pared, existe un universo paralelo en el que esa pared se derrumba; existe otro universo paralelo en el que me ha tocado la lotería (también unos cuantos millones de universos paralelos en los que no me ha tocado), etc. Todas estas películas en las que empiezan a ocurrir cosas extraordinarias, que generalmente se resuelven explicando que los personajes están muertos, vienen a ser una especie de plasmación de este caótico universo. Así que podría existir un mundo paralelo en el que usted es la reina de Inglaterra y otro en el que es Stephen Hawking, por lo que mejor no meterse con nadie porque eso supone escupir al aire.

22 noviembre 2008

Camino y la transformación de la energía

Ya iba siendo hora de que actualizara el blog; si no lo he hecho, no ha sido precisamente porque los últimos estrenos no me hayan sugerido cosas para comentar. Empezando por Camino de Javier Fesser; en una escena del principio, las niñas están en clase y la profesora de ciencias les manda hacer un experimento bastante sencillo para que comprendan la transformación de la energía: agitar el bolígrafo hasta que se pone caliente y le quema ligeramente el dedo a una de las alumnas.

Entran en juego aquí conceptos muy básicos relacionados con la energía que a lo mejor no todo el mundo tiene claros: como muy bien apunta Camino cuando la profesora pide una explicación de lo que ha pasado, en este caso la energía cinética (de movimiento) que le hemos transferido al bolígrafo al menearlo se ha transformado en calor.

Lo cierto es que el experimento no es tan rápido como se ve en la película, porque lleva mucho tiempo que el boli se caliente lo suficiente; y es que ahí entra en juego otro concepto relacionado con las propiedades de los cuerpos: el bolígrafo se calienta al moverlo, vale, pero ¿podemos percibir ese calentamiento? Pues eso depende de la capacidad de transmisión del calor que tenga el material: desde luego el capuchón o el cuerpo del bolígrafo, que son de plástico, no se van a calentar.

O mejor dicho, sí se van a calentar pero no lo vamos a notar porque "se quedan" ese calor para sí y no lo transmiten; en cambio sí podemos notar la temperatura del calor de la bolita metálica del bolígrafo. Si ponemos en la nevera un trozo de madera y un trozo de hierro, ¿cuál está más frío? Pues los dos igual, se dará un equilibrio térmico y todos los cuerpos se quedarán a la misma temperatura, sólo que la madera no transmite el frío (que no existe en sí, sino que es ausencia de calor), y el hierro sí.

Pero volviendo al tema al que quería llegar la profesora, la bola del bolígrafo ha transformado la energía que le hemos dado al moverlo en calor. A su vez, esa energía la hemos sacado de nuestros músculos, que a su vez la obtienen de los alimentos que ingerimos tras un proceso bastante complejo de síntesis.

No siempre la energía se transforma en calor; se puede transformar en electricidad si disponemos de un material metálico que tenga esa capacidad de conducir electrones. Se puede transformar en altura, como hace una bomba de agua; y es que, al estar sujetos a la acción de la gravedad, estar a una altura del nivel del suelo supone en sí mismo una forma de energía, que se puede aprovechar para producir otras formas de energía más aprovechables para nosotros, como por ejemplo en las presas. Y Einstein descubrió que una enorme cantidad de energía se puede transformar en masa y que lo que conocemos como masa es una forma extremadamente concentrada de energía. Pero esto ya habría levantado demasiado las cejas a las niñas de la clase de Camino ...

23 octubre 2008

Hombres invisibles

Tal vez los lectores del blog hayan oído hablar en los últimos tiempos en la prensa acerca de la posibilidad real de conseguir ser invisible y les habrá entrado la curiosidad. A mi también, así que me he puesto a investigar un poquillo sobre el tema.

La invisibilidad no es ni mucho menos imposible ni sobrenatural; el aire y muchos gases son invisibles. Si recordamos un principio básico de la física, cuando una onda (como la luz) incide sobre un cuerpo, éste puede hacer tres cosas: absorberla, dejarla pasar o reflejarla. En realidad un objeto es visible sólo cuando es opaco, es decir, cuando absorbe la luz que recibe. Ahora bien, si un objeto refleja la luz, como el cristal, aunque en realidad no lo estemos viendo sí notamos su presencia porque nos vemos a nosotros mismos. Por lo tanto la invisibilidad consiste en dejar pasar la luz, como hace el gas, sin absorberla ni tampoco reflejarla. ¿Cómo podemos lograr esto con un objeto sólido, como nuestro propio cuerpo?

Pues existen unos ciertos metamateriales que tienen esa propiedad: los rayos de luz no penetran en ellos ni tampoco se reflejan, los rodean como hace el agua con una piedra que sobresale en mitad de un río. Al parecer esto está en función de la frecuencia de la luz (recordemos que la luz visible es sólo una pequeña franja de frecuencias de todo el espectro electromagnético) y de la proximidad; sólo los objetos más próximos al material logran volverse invisibles. Así que parece que cubriéndonos por entero de metamateriales, este traje podría hacernos invisibles pero por ahora esta técnica está todavía muy en pañales.

Lo cierto es que el cine no ha acertado mucho al hablar de líquidos o pastillas de una fórmula misteriosa que ingeridos provocan la invisibilidad, que es lo típico en las películas de hombres invisibles. Al parecer sólo se ha acercado a la realidad la mujer invisible de los cuatro fantásticos, que repele la luz a su alrededor creando un campo de fuerzas. Aunque tendría que ser un campo de fuerzas realmente potente para curvar de esa forma los rayos de luz, esta curvatura es posible de acuerdo con la teoría de la relatividad.

Una puntualización importante es que un hombre completamente invisible tendría que ser ciego, porque sus ojos no podrían absorber la luz. Al parecer el libro de H. G. Wells en el que se basa la película clásica del hombre invisible se había planteado ya este problema, y matizaba que las retinas de los ojos del hombre invisible sí podían verse.

Existe un truco más sencillo para lograr una aparente invisibilidad mediante un juego de espejos que hace que veamos lo que está detrás de un objeto como si estuviera delante del mismo. Los ilusionistas saben mucho de esto; con la versión moderna de este truco, es decir, empleando videocámaras en lugar de espejos, se consiguen resultados bastante aparentes, como podemos ver en este video:



12 octubre 2008

Lobotomizados

Se suele decir de alguien que está lobotomizado como sinónimo de tener escasas luces o de estar alienado y no molestarse en desarrollar opiniones propias. Al igual que tener un encefalograma plano, que significa exactamente lo mismo, se trata de uno de los términos del mundo de la medicina que han pasado al lenguaje común. Y de hecho, la lobotomía ya no existe más que en este sentido figurado, puesto que no se practica desde el año 1967.

Aunque la idea general acerca de la lobotomía es que consiste en la amputación de parte del cerebro, en realidad se trata solamente de eliminar las conexiones nerviosas entre las distintas partes del mismo. Sin embargo este término acabó utilizándose en lugar de lobectomía, que es como se designa correctamente a la extirpación total o parcial de los lóbulos frontales.

La lobotomía se hizo enormemente popular como panacea para resolver todo tipo de problemas psiquiátricos a raíz de su éxito con dos presos muy conflictivos en una cárcel portuguesa durante los años 30 del siglo pasado; tras la intervención quirúrgica, los convictos se mostraban mucho más tranquilos . El neurólogo Walter Freeman estudió este caso y decidió simplificar la complicada operación con la ayuda de un simple cincel que introducía justo encima de los ojos del enfermo para cortar las conexiones nerviosas de su cerebro. Este rápido y escalofriante procedimiento se aplicó en masa durante los años 40 hasta que en la década siguiente empezó a cuestionarse su eficacia.

Al parecer los estudios que apoyaban su uso estaban realizados por el mismo equipo de personas que aplicaba el procedimiento, algo muy poco científico. Y al pasar el tiempo se demostró además que un porcentaje alto de los lobotomizados no mejoraba su situación o incluso la empeoraba, por lo que se empezaron a escuchar cada vez más voces contrarias a la lobotomía, que acabaría por desaparecer con la aparición de los fármacos antipsicóticos.

Precisamente porque su hermana había sido víctima de esta operación, Tennessee Williams se inspiró en su caso para escribir su obra, llevada en pocos años al cine, De repente el último verano. La película planteaba si estos tratamientos psiquiátricos tan extremos se hacían por conveniencia del enfermo o por la de sus familiares y la sociedad en general. Estas mismas cuestiones surgieron también en Alguien voló sobre el nido del cuco, donde Jack Nicholson era lobotomizado para impedir una rebelión en el hospital donde se encontraba recluido.

Otra presunta víctima de la lobotomía bastante célebre fue la actriz norteamericana Frances Farmer; en su caso, por tratarse de una activista de izquierdas, surgen todavía más dudas acerca de si su internamiento psiquiátrico y su supuesta lobotomización, que nunca ha podido ser confirmada, se debió a cuestiones de salud mental o a intereses políticos. Existe una película sobre su vida, Frances, protagonizada por Jessica Lange, y además el músico Kurt Cobain estaba especialmente interesado en este personaje: le dedicó una canción, Frances Farmer will have her revenge on Seattle (Frances Farmer se vengará de Seattle) y además llamó Frances a su hija.

15 septiembre 2008

Anduve con un zombie

La noche de los muertos vivientes popularizó la idea del zombi (aunque esa palabra no se pronuncia en toda la película) como eso, como un muerto viviente caníbal que quiere comerse tu cerebro. Desde entonces han proliferado las historias de zombies en el cine de serie B; sin embargo este concepto tiene poco que ver con las leyendas originarias de Haití sobre estos seres de ultratumba.

Anduve con un zombi, una película clásica de culto de Jacques Tourneur, o la no tan antigua La serpiente y el arco iris, de Wes Craven, sí plasmaban más en la pantalla el auténtico mito del zombi, alguien drogado con una sustancia que le pone en un estado cataléptico en el que ya no tiene voluntad propia, convirtiéndole en un muerto en vida que puede trabajar como un esclavo sin quejarse ni sentir cansancio. Personas que han vivido en Haití y se han interesado por las leyendas rurales del país cuentan que los campesinos que se enriquecen son víctimas de rumores según los cuales están utilizando a zombies para que trabajen sus tierras.

¿Hay alguna base real en estas historias? La creencia en los zombies se basa en buena medida en la historia de Felicia Felix Mentor, una chica muerta en 1907 que supuestamente vivió tras su muerte aparente una existencia como zombi durante más de treinta años. Sin embargo nadie pudo demostrar que la mujer de mediana edad que fue vista décadas más tarde de la muerte de Felicia tuviera más relación con ella que un simple parecido físico. La señora en cuestión probablemente fuera víctima de una enfermedad psiquiátrica que la había sumido en un abandono que provocaba su aspecto de presunta zombi. Lo mismo ha ocurrido con otros casos de supuestos muertos vivientes.

La explicación científica del proceso de zombificación sería que viene causado por el veneno que guardan en su organismo los peces globo, esos que si se cocinan mal resultan mortales. Cierta dosis de esta toxina no sería letal pero sí provocaría un estado de muerte aparente. Junto al veneno aparece su antídoto que no sería otro que la sal, un método bien sencillo de volver al zombi a la normalidad. Bien, nada de esto ha podido ser demostrado y esta leyenda no parece tener más posibilidad de ser real que la de los vampiros o los hombres-lobo.

Interesante como la leyenda haitiana ha evolucionado hacia algo completamente diferente como los zombis antropófagos, ganando gran popularidad y dando origen a nuevas películas recientes como Rec.

03 septiembre 2008

Porcentajes chinos

Durante los juegos olímpicos de Pekín escuché algo en la televisión que me dieron canas de comentar en el blog; lo hago con retraso porque durante las vacaciones no lo he tenido fácil para conectarme a Internet y actualizarlo. Ya se sabe que el periodismo televisivo se basa más en la anécdota y el dato curioso que en la auténtica información, pero a veces quieren dar contenido científico a esta búsqueda de lo anecdótico, con lo que se roza el surrealismo. Estoy pensando en la curiosa noticia divulgada en distintos medios, supongo que a través de alguna agencia, según la cual los chinos dejan de comer una vez que han llenado un 60 % de su estómago.

Si uno intenta analizar esta afirmación empiezan a aparecer preguntas de difícil respuesta. ¿De dónde ha salido este dato? Lo que más me llama la atención es su exactitud, un sesenta por ciento. Se podría decir simplemente que la cultura china es distinta y que, cuando comen, los orientales no se sacian tanto como nosotros, ¿pero quién puede medir exactamente el porcentaje? Sobre todo porque un 60 % es una fracción más bien compleja; hay números racionales sencillos, como 1/2. Todos tenemos una idea bastante aproximada de lo que es la mitad de algo, un 50 %. Ya no tanto, pero también es fácil imaginarnos 2/3, dividir algo en tres partes y dejar una. Lo que pasa es que al convertir este racional en un porcentaje nos resulta un incómodo 66,6667 %.

Pero un 60 % es un cálculo muy fino, son 3/5, es decir, dividir algo en cinco partes (al menos yo no suelo cortar, partir ni dividir nada en cinco partes) y tomar tres. ¿A alguien le parece fácil estimar que una botella está llena en tres quintas partes? Podemos ver que tiene algo más que la mitad y menos que los dos tercios, si alguien es capaz de hilar más fino y distinguir entre un 55 y un 60 % chapeau, yo no puedo. Requiere tener bastante ojo; no es que subestime a los chinos pero tampoco tengo por qué considerarlos expertos en números racionales para saber cuando una comida ha llenado su estómago en un 60 %. Vale, ellos dejan de comer antes de saciarse, pero ¿quién es el listo que ha hecho esa estadística para concretar exactamente cuánto antes de saciarse, qué muestra ha tomado ...?

A lo mejor me equivoco y ese 60 % viene de algún estudio muy sesudo, pero me suena sencillamente a que alguien se lo ha inventado y lo ha puesto en tanto por ciento para que suene más científico y más serio. Me recuerda a cuando hablan de que sólo una de cada diez mujeres que sufren malos tratos lo denuncia; ¿por qué dicen una de cada diez y no una de cada ocho, de cada doce, de cada tres o de cada setenta? Se trata de datos de los que es imposible hacer una estadística por lo que cada uno puede inventarse el número que quiera. Y una cosa es que uno haga una estimación de ese tipo mientras toma unas cañas y otra que salga diciéndolo por la tele; tal vez habría que cambiar la famosa cita de Goebbels y decir que una mentira repetida con apariencia científica se convierte en una verdad.

14 agosto 2008

El Joker no sabe de bricolaje

Acaba de estrenarse entre nosotros El caballero oscuro, el último capítulo de las aventuras de Batman. Si la película anterior, Batman begins, parecía optar por un tratamiento más realista y desmitificador de los personajes, ésta acepta muchas más convenciones de una obra de género. Sobre cuestiones narrativas ya habrá abundantes debates en foros y webs sobre cine y desde luego es una polémica que no corresponde en este blog, aquí me voy a centrar en cómo este supuesto menor realismo repercute en algunos aspectos técnicos.

En primer lugar, la película comienza por el atraco a un banco por parte de unos esbirros del Joker. Si no recuerdo mal, uno de ellos perfora una de las cámaras del banco con un taladro; hay un plano corto de la herramienta muy breve que me hizo enarcar las cejas porque me dio la sensación de que la broca que utilizaba era una broca para madera. No me voy a pronunciar al respecto porque tendría que volver a ver la película en formato digital para poder ralentizar la escena y asegurarme, pero aprovecho la ocasión para mostrar las diferencias entre brocas de madera, de metal y de pared; ésta es una de pared, la que les será más familiar a la mayor parte de lectores:





He aquí una específica de metal:



Y ésta es para madera. Se puede distinguir fácilmente porque es mucho más puntiaguda, y juraría que es la que empleaban en la película:

La madera es, evidentemente, un material mucho más blando, por lo que una broca de metal o pared se puede emplear con madera sin mayor inconveniente; se podría decir que es un poco matar moscas a cañonazos pero no hay ningún problema. Al revés sí lo hay, la broca de madera se romperá en un material más duro. No sería extraño que el decorado de la película fuese un cartón con apariencia de metal y que utilizaran el taladro que tuvieran más a mano sin comprobar si es o no creíble que estén perforando auténtico metal con esa broca.

Otro aspecto que me chocó es que la banda del Joker deje un dispositivo con apariencia de teléfono móvil en las dependencias de la policía para liberar a un testigo de cargo encerrado en el calabozo; mi memoria es horrorosa y podría ser que no se tratara de la comisaría sino de otro lugar u otro momento de la película, pero el caso es que el tal teléfono emite una extraña señal que bloquea todos los ordenadores e incluso deja al edificio sin luz. Esto sólo se puede concebir desde una confusión entre lo que es comunicación alámbrica e inalámbrica; un dispositivo puede, al menos en teoría, emitar alguna señal que bloquee toda transmisión de datos a través de ondas: los teléfonos móviles, la wifi o cualquier mando a distancia podrían dejar de funcionar, pero ya no veo tan fácil provocar un apagón. La electricidad se transmite mediante cables que se activan o desactivan de forma manual desde un cuadro eléctrico. Por muy sofisticada y moderna que sea la instalación, es inverosímil que sea controlada de forma inalámbrica sin que existan unos interruptores que se puedan activar manualmente en caso de avería. Además, en un edificio público existe siempre un grupo electrógeno que mantiene encendidos los principales ordenadores y el alumbrado de emergencia durante un tiempo bastante razonable.

La única explicación posible a ese apagón total sería crear un campo electromagnético capaz de influir sobre el paso de la corriente a través de los cables de la instalación, lo suficientemente potente además para amortiguar el efecto aislante de los susodichos. Tal vez sea posible, pero de todas formas para que se pueda digerir esto haría falta algún tipo de explicación, puesto que sería un arma de altísima tecnología. Ponerlo sin más, como si fuera algo lógico que con un teléfono pudieras dejar a un edificio sin electricidad, resulta chocante; el cine evidentemente juega con nuestra credulidad como espectadores y tal vez haya que aceptar esta confusión respecto a cuestiones básicas tecnológicas como una convención más del cine de acción, igual que que un fiscal del distrito de corbata de repente se ponga a dar puñetazos como un boxeador profesional que lleva haciéndolo toda la vida, que alguien se golpee contra un cristal haciéndolo añicos sin cortarse él, y largo etcétera.

02 agosto 2008

Las hadas veloces

Fotografiando hadas es una película británica de 1997 de Nick Willing que aborda la fascinación por los fenómenos sobrenaturales en la época anterior a la primera guerra mundial. Trata de un fotógrafo que se enfrenta al misterio de unas supuestas fotografías que muestran hadas y que no parecen estar falsificadas. La película recoge muchos aspectos típicos de las leyendas: las hadas se aparecen en las proximidades de un árbol centenario y sólo pueden ser vistas cuando uno se encuentra bajo la influencia de unas plantas que le permiten percibir la realidad a una velocidad más lenta de lo habitual.

Esta trama es un curioso cóctel de muchas ideas, algunas con cierta base real. En primer lugar la existencia de sustancias en la naturaleza con propiedades alucinógenas o psicotrópicas, algo que prefiero reservar para otra entrada posterior. Luego las limitaciones de la visión; nuestro sentido de la vista es perfectamente adecuado para nuestras necesidades pero no es perfecto. El cine, sin ir más lejos, se basa en la ilusión óptica de continuidad que nos proporciona la vista cuando unas imágenes se suceden a alta velocidad y lo estático se convierte para nosotros en movimiento. Con las hadas de la película ocurriría algo parecido, no son visibles porque vuelan a muy alta velocidad.

Pero aquí surge un problema. Si las hadas vuelan siguiendo trayectorias regulares, lo que veríamos sería como un haz de luz continuo y estático. Cuando un objeto se mueve muy rápido dejamos de apreciar el movimiento, pero no el objeto. La otra contradicción está en que las hadas puedan atravesar en ciertos momentos los cuerpos de los humanos; existen de hecho partículas que no interactuan con la masa, como los neutrinos, y que por lo tanto pueden atravesar tranquilamente nuestros cuerpos sin inmutarse. Pero ello supone que su masa es insignificante y que por lo tanto viajan a velocidades muy próximas a la de la luz. Y que su tamaño será absolutamente ridículo, mucho más pequeño que el de un protón o un electrón, que ya resultan inapreciables. Las hadas de la película, en cambio, tenían el tamaño de unos insectos o pajarillos respetables. Por muy potente que sea el efecto de una planta, difícilmente nos podrá hacer viajar a velocidades próximas a la luz ni permitirnos contemplar partículas de naturaleza parecida a los neutrinos, que apenas tienen masa y que además no reaccionan a fuerzas electromagnéticas; dado que la luz es una onda electromagnética, eso significa que serán invisibles hasta para el mejor de los microscopios.

Pero estos son sólo algunos de los problemas que presenta la invisibilidad; otros, los propiamente ópticos, los dejamos para otro día.

17 julio 2008

La conexión entre gemelos

He visto hace poco en DVD Pacto de silencio (Le pacte du silence, 2003). Se trata de un thriller francés que tal vez haya salido directamente a video entre nosotros, porque la IMDB no menciona ningún estreno comercial en España, protagonizado por el omnipresente Gérard Depardieu y Elodie Bouchez en el papel de un par de hermanas gemelas. Es fácil adivinar como acaban las películas de suspense con gemelos, y el título Pacto de silencio tampoco es que deje lugar a muchas dudas sobre lo que se va a descubrir al final, pero el caso es que esta película juega con la idea de esa conexión casi sobrenatural que se suele decir que existe entre los hermanos gemelos. ¿Tienen alguna base científica estas historias de gemelos que se sienten mal cuando su hermano está enfermo, que sueñan con lo mismo, que notan que el otro tiene problemas estando a miles de kilómetros de distancia, etc., etc.?

En primer lugar una precisión semántica y también biológica: aunque suelen emplearse como sinónimos, mellizos son los hermanos nacidos de un mismo parto sean idénticos o no, mientras que gemelos son solamente los univitelinos, es decir, originados a partir de un embrión dividido en dos al comienzo de la gestación; si esa división en dos no se acaba de completar tenemos a los hermanos siameses. Los mellizos provienen de dos óvulos que resultan fecundados al mismo tiempo por dos espermatozoides distintos: pueden ser de distinto sexo y no tienen más material genético en común que dos hermanos cualesquiera. Sin embargo un gemelo es un clon natural de uno mismo; eso podría hacernos pensar que los hermanos gemelos son la misma persona duplicada y que pueden tener toda esta conexión de la que hablábamos antes.

Pero parece ser que no es así. Tradicionalmente se pensaba que los gemelos tenían exactamente el mismo material genético y que todas las diferencias que pudiera haber entre ellos derivaban del entorno o de los diferentes tipos de vida que hicieran. Pero no es así, son dos personas genéticamente diferentes, más conforme va pasando el tiempo.

Aunque tenemos la idea de que el material genético es inalterable, sólo la secuencia de ácido desoxirribonucleico (ADN) lo es, pero no la cromatina, que es la sustencia que rodea a estos ácidos. Esto origina modificaciones del fenotipo (los rasgos de una persona), que es la expresión de su genotipo (material genético). Aunque en el momento de nacer sean iguales, los gemelos pueden ir diferenciándose en sus rasgos mientras crecen.

Pero al parecer algunos de los últimos estudios sobre este tema se están cuestionando incluso que el propio ADN sea inmutable; al parecer se puede producir un número mayor o menor de copias de algunos segmentos de ADN. Esto hace que a veces un gemelo pueda desarrollar una enfermedad genética mientras su hermano permanece sano o viceversa.

En la cuestión fisiológica, por tanto, no hay mucha base para creer en ese vínculo especial entre gemelos. El aspecto psicológico ya es otra cosa; en ese sentido una de las películas que mejor exploraba la relación entre gemelos, aunque en este caso convirtiéndola en una dependencia obsesiva, era Inseparables de David Cronenberg. Para evitar que el gemelo desarrolle estos problemas de identidad, se recomienda cada vez más incentivar que los hermanos se sientan personas independientes, vistiéndolos de distinta forma, poniéndolos en distintas clases en el colegio, etc.

26 junio 2008

Arcadia: disparar no es tan fácil

Una de las convenciones que aceptamos en las películas, al igual que se puede conducir sin apenas mirar a la carretera, es que disparar armas de fuego es facilísimo. Un pacífico ciudadano que en su vida ha visto una pistola que no sea de plástico de repente tiene que pegarle un tiro a un malvado que viene a matarlo y lo hace sin inmutarse. Nunca he disparado, pero sí conozco gente que por su profesión ha hecho prácticas de tiro y cuentan que, incluso dejando a lado aspectos psicológicos, disparar bien es difícil y que lleva su tiempo acostumbrarse al culatazo que da el arma.

Además de al golpe dado con la culata, se le llama culatazo al efecto que el retroceso del arma tiene sobre quien dispara. Se trata de una aplicación de uno de los principios más básicos de la mecánica, el de acción y reacción. Si golpeamos algo con la mano, la mano nos duele por aplicación de este principio, el objeto golpeado responde a la fuerza que le hemos aplicado con otra igual. En el arma ocurre lo mismo; si el tubo cañón impulsa a la bala con mucha fuerza para que salga, la bala responde empujándolo hacia atrás. En caso de dispararse en el aire, la pistola saldría hacia atrás, como lo hacen los cañones de artillería. Como la pistola la sostiene el tirador, es su cuerpo quien recibe un impacto que, en gente poco experimentada, puede tirarlos al suelo. Además, esta reacción empieza cuando la bala empieza a ponerse en movimiento, antes de que salga de la pistola, por lo que su efecto sobre un tirador poco experimentado le hará casi con toda seguridad alterar la posición de la mano y errar la dirección del tiro. La fuerza de este culatazo varía mucho dependiendo del tipo de arma, de munición y de muchos factores. En estos videos se puede ver el efecto del retroceso en el disparo, en un cañón (con consecuencias bastante espectaculares) y en un fusil.





El cine casi siempre ignora esta complicación, pero en Arcadia, por ser un film europeo, del director Costa Gavras, y más realista que los productos de Hollywood, sí vemos que cuando el protagonista dispara sufre un fuerte tirón en el brazo bastante doloroso. También podemos ver otras consecuencias del disparo; el hombre está hecho un manejo de nervios y le cuesta dominar el temblequeo compulsivo de sus manos. Matar no es fácil ni con la ayuda de armas de fuego.

11 junio 2008

Indiana Jones y las máquinas de efectos encadenados

La navaja en el ojo, fiel lectora y compañera en el blog sobre traducción que ambos dirigimos (o perpetramos), me sugiere que escriba sobre los extraños mecanismos que aparecen en las películas de Indiana Jones. Compuertas que se abren al pisar sobre una roca, piedras que giran, trampas de todo tipo, etc. A todos estos ingeniosos dispositivos se les denomina máquinas de efectos encadenados y la pregunta que surge en estas películas es, en primer lugar, si se podrían haber construido artefactos así en las épocas de la antigüedad que investigan los arqueólogos y en segundo lugar si estas invenciones pueden soportar el paso de tanto tiempo y funcionar.

Una máquina de efectos encadenados es precisamente eso, un mecanismo en el que una parte mueve a otra, esa otra a su vez a una tercera, y así sucesivamente. Lo más enigmático de estos sistemas es cómo a veces aplicando una pequeña fuerza sobre un punto se puede mover una estructura pesada. Este efecto multiplicador de la fuerza se consigue desde que se inventaron, en la época de las primeras civilizaciones, las máquinas básicas, que son las siguientes:

- La palanca. Consiste en una línea que une dos puntos, uno en el que se va a aplicar la fuerza y otro con la resistencia que se quiere levantar o mover, y un tercer punto fijo. Si los dos lados de la palanca son iguales, tenemos un columpio en el que podemos levantar un objeto de nuestro propio peso, lo cual ya no está nada mal. Pero lo mejor es que si colocamos el objeto que queremos mover cerca del punto de apoyo, y nosotros nos ponemos lejos de él, multiplicamos la fuerza y podemos levantar un peso muy superior al nuestro, como en la foto, en la que la bola de 5 kg podría levantar a la de 100 kg. Para entender como funciona esto, podemos pensar en una puerta pesada: pueden hacer la prueba de intentar mover una puerta empujándola cerca de la bisagra (punto de apoyo). Cuesta mucho incluso con una puerta ligera de madera; una pesada de metal resulta casi imposible de mover. Sin embargo, empujando sobre el pomo, que está mucho más alejado, la abrimos fácilmente.

- La polea. Consiste en una rueda en torno a la cual se ata una cuerda. Tiramos de ella por un lado y por el otro colocamos el peso que queremos levantar. La ventaja de la polea es que nos permite tirar de una cuerda en lugar de tener que levantar algo en peso, que es más incómodo.Pero además si la polea no es fija sino que se mueve podemos reducir la fuerza que tenemos que hacer a la mitad, haciendo el techo el resto del trabajo.Colocando dos poleas móviles sólo tendríamos que hacer la mitad de la mitad de la fuerza, y así sucesivamente. Por ejemplo en este mecanismo la fuerza que tenemos que hacer para levantar el peso sería sólo de la octava parte del mismo.

En estas dos máquinas se basan los efectos encadenados, añadiendo claro está el plano inclinado, el uso de superficies en pendiente por donde los objetos caen de forma natural por gravedad. Estas máquinas se han empleado desde las primeras civilizaciones por lo que sí podrían haberse construido en las épocas de las excavaciones que investiga Indiana Jones.

Que se hayan podido conservar en funcionamiento ya es un tema más delicado; en principio es posible por su simpleza, puesto que se basan en leyes de la mecánica elementales y no necesitan mayor mantenimiento, no tienen partes metálicas que se puedan oxidar, etc. Su conservación depende de cómo se haya mantenido su entorno; debido a los procesos que tienen lugar continuamente en nuestro planeta, que producen abundantes movimientos de tierra, etc., la mayor parte de tesoros arqueológicos se encuentran enterrados y resultan difíciles de sacar a la luz. Si la fuerza de estas alteraciones geológicas es demasiada para las estructuras y las construcciones, que acaban sepultadas bajo arena, tanto más para sistemas de palancas, poleas y planos inclinados que son más delicados. Claro que Indy siempre se las arreglará para encontrar un templo enorme conservado intacto, que nadie ha descubierto antes que él, inalterado con el paso del tiempo y donde todos los trucos funcionan.

01 junio 2008

Las hermanas Bolena y XXY: cuestión de sexo

Parece que estas dos películas estrenadas durante el último año no tendrían nada en común, pero el tema de los cromosomas del sexo está presente en ambas. Comencemos por la argentina XXY, la que aborda esta cuestión en su título de una forma más evidente. Se trata de la historia de una chica (o chico) intersexual, lo que hasta hace poco se conocía por un hermafrodita, una persona, no con genitales masculinos y femeninos al mismo tiempo como se suele pensar, sino con genitales difícilmente clasificables como masculinos o femeninos. La intersexualidad es muy poco frecuente pero real, lo erróneo en la película es el título.

El sexo de una persona viene dado por una pareja de cromosomas; si los cromosomas son del mismo tipo (XX) tenemos una niña, si son de distinto tipo (XY) un niño. A veces ocurren alteraciones o aberraciones cromosómicas, esta última expresión un tanto en desuso porque suena muy mal, y en lugar de dos aparecen tres cromosomas. La combinación XXY, a veces denominada síndrome de Klinefelter, no genera intersexuales sino varones que durante la infancia son más o menos normales salvo ciertos problemas para el lenguaje, pero que en la adolescencia desarrollan características "poco viriles" como crecimiento de las mamas, escaso desarrollo de los testículos e incapacidad para producir semen. Muy poco que ver con el caso del que habla la película, una niña intersexual que en la pubertad se plantea si el sexo que le han asignado es el correcto. Las personas con cromosomas XXY, en cambio, son varones y no tienen genitales femeninos, aunque sí caracteres sexuales secundarios del otro sexo.

Según la leyenda, Ana Bolena, una de las esposas del rey de Inglaterra Enrique VIII, fue decapitada por su incapacidad de darle al monarca un heredero varón. Los historiadores actuales, como suele ocurrir, son más prosaicos y piensan más bien que su muerte convenía a los intereses políticos de la época, y supongo que eso será lo que cuente la película de Las hermanas Bolena, que confieso no haber visto. El caso es que la madre cuenta muy poco en la determinación del sexo del bebé, puesto que sus cromosomas son XX y por lo tanto ella siempre va a ceder una X al feto; la clave está en el padre, que tiene una X y una Y: una segunda X dará origen a una niña, una Y a un niño. Por tanto la "culpa" es del padre si en una familia hay demasiadas niñas o demasiados niños. Eso sí, parece que ese cromosoma Y da una mayor debilidad al feto y la mortalidad natural es ligeramente superior en los varones. La madre naturaleza compensa esta tendencia produciendo un número algo mayor de niños que de niñas. Si más adelante los hombres tienen una esperanza de vida menor que las mujeres, se debe a cuestiones culturales y a lo que el antropólogo Marvin Harris denominó el coste oculto del machismo: los hombres sufren más muertes violentas, beben y se drogan más y se cuidan menos.

09 mayo 2008

Despierto: fallo en la anestesia

El thriller Despierto (Awake), estrenado hace unos pocos meses, trataba de un enfermo operado del corazón que recobraba la conciencia durante la intervención quirúrgica. El que la anestesia falle y origine lo que en la jerga médica se conoce como un despertar intraoperatorio es, por razones fácilmente comprensibles, una de las mayores pesadillas de quien va a sufrir una operación. La primera vez que vi algo del estilo fue en uno de los capítulos de Nip Tuck, en el que una de las pacientes era plenamente consciente de estar siendo operada y sufría los atroces dolores del bisturí encontrándose completamente paralizada e incapaz de reaccionar. Pensé que se trataba de una más de las tramas delirantes de esta enloquecida (y genial) serie pero tras ver que la misma idea se repetía en la película he querido documentarme acerca de esta escalofriante posibilidad.

Pues efectivamente se estima que algo más de uno de cada mil pacientes se despiertan mientras están siendo operados con anestesia general y son capaces al recobrar la consciencia de recordar detalles de la operación y conversaciones del equipo médico. Afortunadamente, en la mayoría de casos de awareness, como se denomina este fenómeno en inglés, el despertar no es total y el paciente sólo percibe vagamente algunos sonidos y voces. No es extraño que la consciencia auditiva sea la que más fácilmente se recupera porque también es el oído el primer sentido que se despierta cuando ceden los efectos de la anestesia después de la operación. Menos frecuente es que el paciente sea plenamente consciente y note lo que están haciendo con su cuerpo y aún en estos casos normalmente no existe sensación dolorosa, puesto que junto con los músculos las terminaciones nerviosas capaces de producir dolor están inactivas. Sí existe una minoría de casos en los que la anestesia mantiene los músculos paralizados pero no los nervios y el paciente siente un dolor que no es de extrañar que le cause un importante estrés en el postoperatorio.

Es en las operaciones de corazón donde se produce una mayor incidencia del despertar intraoperatorio, lo cual representa un acierto de la película. La razón es que, debido a los problemas en la circulación de la sangre que plantea intervenir en el corazón, se tiene que recurrir a dosis más bajas de anestesia. También ocurre con mayor frecuencia el despertar cuando la anestesia se administra por vía intravenosa, resultando más segura su inhalación.

¿Cómo se puede prevenir el despertar intraoperatorio? Es más, ¿cómo se sabe con certeza que el paciente está totalmente dormido y que por lo tanto se le puede operar sin riesgo? Existen ciertos síntomas fisiológicos, como medir la frecuencia cardíaca, el lagrimeo o la sudoración, pero no son del todo seguros. Igual que para identificar la muerte, la certeza sólo nos la puede dar la medición de la actividad cerebral mediante un índice llamado BIS o biespectral que valora la depresión del sistema nervioso a partir de los datos de un encefalograma. Aunque esta técnica ha sido recientemente cuestionada por un estudio, hasta al momento se suponía que daba resultados muy fiables, sobre todo en la anestesia introducida por vía intravenosa, que ya vimos que es la que presenta más riesgo de despertar intraoperatorio.

Me atrevo a añadir por mi cuenta y riesgo que no me fiaría demasiado de estudios hechos en Estados Unidos acerca de pacientes traumatizados por haber sufrido dolor durante sus operaciones, puesto que se trata del país de los picapleitos y, dada la dificultad de demostrar si uno ha sentido dolor o no, puede surgir la tentación de demandar al equipo médico, sobre todo en un país en el que no existe sanidad pública y los pacientes tienen que costearse de su bolsillo estas carísimas intervenciones. Una indemnización por negligencia puede sacar al supuestamente despierto durante la operación y a su familia de muchos apuros económicos. Con esto no digo que los despertares no se produzcan porque los datos así parecen afirmarlo, pero francamente me fiaría más de estadísticas hechas en países donde exista la seguridad social.

24 abril 2008

Proyecto dos: Déjà vus con razón de ser

Proyecto dos, que se estrena estos días, es el debut en la dirección de largometrajes de Guillermo Groizard tras un dilatado curriculum televisivo. Se trata de una más que digna aportación del cine español a un género muy poco habitual por aquí, el thriller con toques de ciencia-ficción, como lo fue Abre los ojos en su momento. El arranque de la historia lo constituyen los fuertes e inexplicables déjà vus de un biólogo que sueña muchas noches con Londres, una ciudad en la que nunca ha vivido.

Estos déjà vus (ya vistos en francés), muy impactantes en la pantalla gracias al meritorio trabajo del montador José Ramón Lorenzo, deberían ser llamados déjà vécus (ya vividos) porque generalmente no sólo aluden a imágenes que el cerebro percibe como conocidas, sino también a sonidos, sensaciones, estados de ánimo, etc. Todos los experimentamos alguna vez en mayor o menor medida, aunque son más habituales entre la gente de menos de 25 años, y su causa no está del todo aclarada. Se piensa que se trata, como explica la película, de pequeños fallos del cerebro que nos hacen ubicar erróneamente el presente como pasado, aunque podría consistir sencillamente en una asociación por la cual procesamos toda una experiencia como ya vivida a causa de un sólo elemento, un color, un olor, un sonido, etc. que sí nos resulta conocido. Puesto que todo nuestro aprendizaje se basa siempre en conocimientos anteriores, no resulta extraño que el cerebro a veces se exceda en su trabajo habitual de obtener el todo a partir de una parte. Ni que decir tiene que al no haber todavía una respuesta científica rotunda para explicar el déjà vu, se deja la puerta abierta para las mentes fantasiosas a todo tipo de teorías paranormales, reencarnación, etc.

Aunque entrar en determinados detalles sería destripar demasiado la película, una de las alternativas que plantea el guión para explicar este fenómeno es que se trate de un efecto secundario de la clonación. Si se clonara a un ser humano, ¿el clon reproduciría, aún sin haberlos vivido, los recuerdos del original?

Se trata de pura elucubración pero no resulta descabellado pensarlo dado que los animales clonados hasta ahora no se han comportado como seres totalmente nuevos. La famosa oveja Dolly murió a los 7 años de edad, una cifra inferior al promedio de su especie, víctima de un envejecimiento prematuro y de enfermedades propias de animales de edad más avanzada. Se piensa que el envejecimiento de las células se debe a que los extremos de los cromosomas, llamados telómeros, se van acortando en cada división celular hasta que llegaría un momento en que no serían posibles nuevas divisiones y esto provocaría la muerte de la célula. Los telómeros vendrían a ser indicadores de la edad; las células de los recién nacidos son capaces de regenerarse unas 100 veces mientras que las de individuos adultos solamente consiguen unas 25 duplicaciones. Si clonamos pues las células de un hombre adulto, el clon, aún tratándose de un recién nacido, tiene la edad biológica de su "padre" en el momento en que se lleva a cabo la clonación.

En la película, por lo tanto, los déjà vus tendrían que ir acompañados de un envejecimiento prematuro para hacer más plausible la hipótesis de la clonación. En cualquier caso, como recuerdan los títulos de crédito de Proyecto dos, la clonación se da de forma natural en los gemelos univitelinos, aunque en este caso la duplicación de material genético se produce en un momento tan temprano que no plantearía este tipo de problemas. Probablemente para poder hacer clones artificiales habrá que producirlos, como hace la naturaleza, a partir de individuos muy jóvenes.

Por último, para los que piensan que en España no se hace género de ciencia-ficción, además del film Proyecto dos, los problemas relacionados con la clonación, en este caso de animales, se abordan en la novela Razas de guerra del escritor novel Ricardo Alcañiz.