30 marzo 2006

Atracción fatal: la asesina en el espejo

El momento de mayor angustia del recordado thriller Atracción fatal (1987) llegaba cuando Anne Archer limpiaba el espejo del baño empapado de vapor, y la superficie antes opaca reflejaba el terrorífico rostro de Glenn Close, que no está allí precisamente para felicitar las navidades. El recurso del asesino que se esconde en el baño aprovechando los vapores de una ducha caliente, o el no menos popular de las palabras escritas en el espejo empañado, son bastante habituales en el género.

Pero ¿tenemos clara la razón de un fenómeno tan cotidiano como que los cristales del cuarto de baño, o del coche, o de las gafas, se empañen? Es una cuestión de la humedad del aire; el aire contiene siempre una cantidad de vapor de agua. Si se va humedeciendo más llega un momento en el que no puede almacenar más vapor (se dice que la humedad relativa ha llegado al 100 %) y entonces ese vapor que "sobra" se condensa, se vuelve líquido. Si esto ocurre sobre una pared, se produce el fenómeno de las paredes o techos que "sudan"; si ocurre sobre las plantas es el rocío; y cuando ocurre sobre un cristal, éste se empaña.

Es fácil, por tanto, entender que la evaporación del agua de la ducha suba la humedad del aire y que éste condense sobre el espejo. ¿Pero por qué ocurre lo mismo con las gafas cuando venimos de la calle fría y entramos en un local donde hace calor? Pues se debe a que el aire caliente tiene mucha más capacidad de absorber agua que el aire frío. Salvo que estemos en una atmósfera muy seca, al entrar con gafas en un espacio mucho más caliente, el aire en el local contiene mucho más vapor de agua que en el exterior, donde hace más frio. Los cristales de las gafas, mientras no se aclimatan, siguen a una temperatura mucho más baja, a la cual el aire no puede retener esa cantidad tan alta de vapor de agua, con lo cual el vapor se condensa empañando las gafas. La humedad absoluta no ha variado, pero sí la humedad relativa, que ha alcanzado de golpe el 100 % por la diferencia de temperatura entre el cristal y el ambiente. El fenómeno dura lo que tardan las gafas en alcanzar el equilibrio térmico con el local; cuando ya no están frías, el aire alrededor de los cristales ya no tiene mayor humedad relativa que el del local, y no necesita condensar.

21 marzo 2006

La verdad oculta: Gwyneth Paltrow y la conjetura de Fermat

Se acaba de estrenar hace una semana en nuestras pantallas La verdad oculta (Proof), película en la que Gwyneth Paltrow interpreta a la hija de un genio de las matemáticas (Anthony Hopkins). El film se basa en una obra teatral de gran éxito de crítica y público, La prueba, que en su versión española protagonizó Cayetana Guillén Cuervo. La prueba se refería a la demostración de un famoso teorema que había traído de cabeza a los matemáticos desde tiempo inmemorial. No se llegaba a dar nombre a dicho teorema, pero en algún momento la protagonista exponía brevemente su enunciado, que recordaba sospechosamente a la célebre conjetura de Fermat.

Fermat era un matemático francés del siglo XVII, que observó que mientras se dan varios casos de números cuadrados perfectos cuya suma da otro cuadrado perfecto, no ocurre lomismo con los cubos, ni con las cuartas potencias, ni con ningún otro exponente. Por ejemplo, la suma de 9, que es el cuadrado de 3, más 16, que es el cuadrado de 4, da 25, que es el cuadrado de 5. De la misma forma, 64 (8 al cuadrado) + 36 (6 al cuadrado) = 100 (10 al cuadrado). Sin embargo, por mucho que nos rompamos la cabeza, no encontraremos ninguna suma de cubos que tenga por resultado otro cubo.

Pero las matemáticas son una ciencia exacta y no empírica, por lo tanto no basta con comprobar que un teorema se cumple muchas veces, sino que hace falta demostrar que necesariamente se cumple siempre, sin excepciones. Fermat dijo haber encontrado una solución muy sencilla a esta conjetura que nunca se encontró, y eso fue lo que despistó a los matemáticos, que durante más de tres siglos intentaron dar con esa solución simple. Finalmente, el teorema se demostró hace relativamente muy poco, en 1993, a través de una prueba complejísima de más de 200 folios, lo que hace creer que la explicación breve que Fermat decía tener debió de ser una equivocación. En todo caso, La prueba, y su adaptación cinematográfica La verdad oculta, evitan cualquier tipo de farragosidad matemática, y plantean más bien la repercusión que tiene sobre la familia de un sabio el empeño que éste pone en dedicar su tiempo a la ciencia. Claro que ... ¿y si detrás del gran hombre hay una gran mujer, en este caso su hija? El título que le han dado a la película en español revela por donde pueden ir los tiros ....

15 marzo 2006

Misión imposible: Tom Cruise contra los fotorresistores

Quien haya visto la exitosa película Misión imposible de Brian de Palma (1996), recordará sin duda la escena en la que Tom Cruise tiene que llevar a cabo un robo en una habitación dotada de un sofisticado sistema de alarma. Cruise se ve obligado a descolgarse desde el techo y evitar por todos los medios situarse por debajo de una determinada altura, en la que sonaría la sirena.

Esta secuencia, aparte de ser un homenaje / plagio a Topkapi, un film de Jules Dassin de los años 60, es uno de los mejores ejemplos de como el cine le saca partido a la tecnología más habitual. Estamos tan acostumbrados a las células fotoeléctricas que nos abren las puertas del banco o del centro comercial que nos parece normal asociar la luz con la electricidad, y sin embargo este descubrimiento llamado efecto fotoeléctrico (que la luz puede generar una corriente eléctrica, es decir, una onda que se propaga en el vacío puede actuar sobre la materia) fue uno de los mayores impactos de la ciencia de finales del siglo XIX / principios del XX; resolvió una polémica de siglos entre los físicos acerca de si la luz era una onda inmaterial o una partícula de materia, y le valió el premio Nobel a Albert Einstein (efectivamente, lo ganó por esta causa y no por la Teoría de la Relatividad).

Una vez descubierta la relación entre la luz y la electricidad, no tardaron en surgir los fotorresistores (conocidos por sus siglas en inglés, LDR), resistencias eléctricas cuyo valor varía según la luz. Es decir, en ausencia de luz presentan mucha resistencia a la electricidad y por lo tanto bloquean un circuito eléctrico, y en presencia de luz no plantean resistencia y permiten que pase la electricidad. He aquí una imagen de una LDR.

De esta forma, cuando una persona pasa e interrumpe con su cuerpo el haz de luz que recibe la LDR, esta última no deja pasar la corriente, dejando inactivo el circuito eléctrónico que inhibe la apertura de una puerta automática, el sonido de un timbre de alarma, etc. Este es el sencillo misterio que encierran cantidad de automatismos como los grifos que se abren y cierran o las lámparas que se encienden y apagan sin necesidad de regulador manual. Las LDR no son caras y podrían emplearse para la autorregulación de la luz y el agua en las viviendas, pero las experiencias que se han llevado a cabo hasta ahora en hogares automatizados provocaron un rechazo por parte de sus habitantes: como a Tom Cruise en la película, nos inquieta la sensación de estar controlados por fuerzas invisibles.

07 marzo 2006

Los contactos de Jodie Foster


Contact (1997) es una película de extraterrestres inusual en muchos sentidos. En primer lugar, la protagonista principal, interpretada por Jodie Foster, es una mujer independiente a la que no se juzga por ser soltera y sin hijos, que no tiene ninguna aventura romántica en la película, y que para mayor atrevimiento es atea (que no se diga que este blog no le hace un guiño al día de la mujer trabajadora). Aparte de eso, se trata de una adaptación de un best-seller de Carl Sagan, uno de los más importantes divulgadores científicos, por lo que el tema se plantea con bastante seriedad, lejos de las películas de marcianitos buenos o marcianitos malos invasores.


El contacto con extraterrestres del que habla el film, dirigido por Robert Zemeckis, se inspira en un hecho real ocurrido en 1967: una joven irlandesa que preparaba su doctorado en física detectó a través de un radiotelescopio una señal que se repetía a intervalos de tiempo muy cortos con una extraordinaria regularidad, una especie de latido del corazón llegado desde algún punto del espacio. Se estudió cualquier posibilidad de fuente terrestre para la señal (radioaficionados, radiotaxis, etc.), hasta tener la seguridad de que ésta venía de fuera de nuestro planeta. Durante un tiempo la joven, llamada Jocelyn Bell, creyó que se trataba de un contacto con civilizaciones extraterrestres, hasta que descubrió otra señal igual a la anterior con origen en otro punto de la galaxia. ¿Dos civilizaciones extraterrestres enviando la misma señal al mismo tiempo en la misma dirección?

El libro de Carl Sagan, y la película de Zemeckis, indagaban en la atractiva posibilidad de que Jocelyn hubiera contactado de hecho con seres inteligentes alienígenas, pero la prosaica lógica científica apuntaba más bien a que se trataba de estrellas "pulsantes" desconocidas hasta el momento, a las que se dio el nombre de púlsares. Este descubrimiento le valio un premio Nobel, no a Jocelyn, sino, como suele ocurrir, al supervisor de su proyecto.


¿Qué son estos púlsares y como se originan? Las estrellas, como el sol, se mantienen "vivas" porque en ellas se está produciendo constantemente la fusión de núcleos de hidrógeno que se aglutinan dando lugar a helio. De la energía que se desprende de esta reacción viene el calor que proporciona el sol y que permite la vida en la tierra. ¿Que ocurre cuando se agota el combustible, cuando ya no hay fusión? Pues que ya no hay nada que contrarrestre la atracción gravitatoria de la estrella, por lo que ésta se colapsa e implosiona sobre su centro; este fenómeno se conoce como supernova. La atracción gravitatoria ha contraido todo el volumen de la estrella en un pequeño núcleo hiperdenso que gira a gran velocidad, y cuyo enorme campo gravitatorio produce un campo magnético que a su vez causa las radiaciones recogidas por Jocelyn: estamos ante un pulsar. Si la densidad de un pulsar se hiciera todavía mayor, entonces se generaría un agujero negro, tema del que valdría la pena hablar más en otra ocasión.

01 marzo 2006

Desafio total: Schwarzenegger bajo presión

Vivir en otro planeta es bastante complicado para cualquier animal terrestre, incluido el hombre. La evolución nos ha dotado de organismos completamente adaptados al planeta Tierra, de hecho por lo general especializados en habitats muy concretos y restringidos (el mar, el río, la jungla, el polo, ....). Imaginarse al ser humano viviendo en otro planeta es como pensar en un pez viviendo en tierra firme o en un oso polar viviendo en el trópico.

Aparte del problema digno de consideración de la gravedad, que tratamos un par de entradas más abajo, está la cuestión de la atmósfera. Nuestros cuerpos son máquinas que funcionan quemando alimentos con oxígeno en una reacción de combustión muy parecida a la que tiene lugar en el motor de un coche. Para vivir necesitamos una atmósfera que nos permita respirar oxígeno, pero que además nos proteja de los rayos ultravioleta del sol, y en tercer lugar, que permita la circulación de la sangre por nuestras venas.

Como cualquier fluido en movimiento, la sangre se desplaza por nuestro cuerpo con una presión determinada, y lo mismo respecto al aire en los pulmones. Si estuviéramos en el vacío sin atmósfera, esa presión de la sangre y del aire nos hincharía la piel y nos sacaría los ojos de las órbitas entre otras lindezas, aunque se cree que nuestra piel es lo suficientemente fuerte para aguantar sin romperse, o al menos sin reventar. En la vida cotidiana la presión atmosférica exterior compensa nuestra presión interior (no siempre de forma perfecta, y por eso algunas personas tienen la tensión alta o baja); pero en el vacío, la bajísima presión evaporaría el agua de las células, produciendo la muerte en menos de un minuto.

Este fenómeno se plasmó de forma muy gráfica en el cine, aunque exagerada porque hemos dicho que se cree que el organismo no llega a reventar en el vacío, en la película Desafio total, de 1990. Dicho film da en el clavo acerca de lo que podría ser una colonia humana en otro planeta (en este caso Marte): un bunker o una burbuja dentro de la cual exista una atmósfera artificial con la misma cantidad de oxígeno y la misma presión que en la Tierra.

La falta de oxígeno puede llevar a malformaciones en los fetos de las mujeres embarazadas, que en la película se plasmaban en mutantes de todo tipo. Por otra parte, la sobreabundancia de oxígeno elevaría el riesgo de incendio y convertiría al planeta en un polvorín. Y en el caso de que alguien perfore la burbuja de atmósfera artificial, se encontraría expuesto a un sinfín de radiaciones y con la cabeza a punto de estallar, como Arnold Schwarzenegger y su novia al comienzo (en un sueño premonitorio) y al final de la película. Por lo tanto, pensar en humanos paseándose tranquilamente sin necesidad de escafandra por planetas remotos no pasa de ser un bonito sueño.