31 agosto 2007

Hardware, programado para ...

Hace poco me he dado cuenta con no poca vergüenza de que en más de un año y medio de existencia del blog no hay en él ni una sola entrada relativa a una tecnología tan obvia como la informática; para remediarlo empezaré por el primer concepto que les explico a mis alumnos cuando empieza el curso. Cuando se estrenó la película Hardware: programado para matar (1990) creo recordar que el término me sonaba pero no creo que tuviera nada claro lo que significaba. A mis alumnos les ocurre lo mismo y es probable que a algunos de los lectores del blog también; se le llama hardware a cualquier componente físico de un ordenador, es decir a todas las partes que podemos ver y tocar. Algunas son internas, como el disco duro, la memoria RAM o la placa base, y otras externas, a las que se suele llamar periféricos, como el teclado, el ratón, la impresora, la webcam, etc.

Lo opuesto del hardware es el software, que es el nombre genérico que reciben todos los programas utilizados por el ordenador. El más importante de ellos es el sistema operativo (siendo los tres sistemas operativos más importantes, o al menos más famosos, Windows, Linux y MacIntosh) del que depende el funcionamiento del resto del software: los procesadores de texto, hojas de cálculo, bases de datos y demás programas ofimáticos, los editores de imágenes, los reproductores de video y audio, los juegos y largo etcétera. El software es intangible, podemos ver y tocar el CD en el que está grabado un programa, pero no el programa en sí, que de forma muy resumida podemos decir que no es más que una larguísima serie de números binarios o bits.

Los famosos bytes, antiguamente llamados palabras, son conjuntos de ocho bits, es decir, de ocho ceros y unos. A diferencia de los números decimales con los que trabajamos habitualmente, los números binarios son fácilmente traducibles para un sistema electrónico; por un circuito puede pasar corriente (1) o no pasar (0); combinando muchos circuitos tenemos muchos ceros y unos, muchos bytes. Si llegamos a 1024 bytes hablaremos de 1 kilobyte (Kb), 1024 Kb a su vez constituyen 1 Megabyte (Mb) y 1024 Mb 1 Gigabyte (Gb). ¿Por qué 1024 y no 1000? Porque 1024 es una potencia de 2, multiplicando 2 · 2 · 2 · 2 ... llegamos a 1024.

Para acabar con lo de software y hardware, cuando compramos un periférico como una impresora, siempre hace falta llevar a cabo una instalación hardware, es decir, conectar la impresora al ordenador a través de un puerto u orificio de la torre (hoy en día normalmente a través de un puerto universal o USB), y una instalación software, que se lleva a cabo con el driver o CD que viene con la impresora. Los nuevos sistemas operativos realizan por sí mismos en muchas ocasiones la instalación software sin necesidad del driver, es decir, detectan automáticamente el periférico y lo instalan solos.

La película Hardware, de todas formas, hablaba de robots más que de ordenadores, pero no cambia nada, siguen siendo sistemas electrónicos basados en código binario, es decir, en programas, y el robot en sí es un hardware o soporte físico capaz de leer estos programas y de actuar en consecuencia. Sí, varios personajes de La guerra de las galaxias y Blade runner eran hardware, por duro que suene.

22 agosto 2007

Más simple que un botijo

No me viene a la cabeza ninguna película en la que salgan botijos, pero si uno lee críticas de cine en la prensa o comentarios que deja la gente en internet tras ver una película es muy frecuente que digan, sobre todo refiriéndose a cine comercial, que el guión o los personajes son más simples que el funcionamiento de un botijo. Ahora bien, si replicáramos ¿Ah sí? ¿Y cómo funciona un botijo? tal vez dejaríamos a algunos de estos listillos sin saber qué decir.

De hecho, mucha gente piensa que un botijo funciona como un termo, que simplemente mantiene el agua fría por tener paredes gruesas que aislan su contenido del exterior. Frío, frío, no va por ahí la cosa. El botijo no sólo evita que el agua se caliente sino que de hecho la enfría, baja su temperatura. Y como casi cualquier otro sistema de refrigeración, el botijo funciona por evaporación del agua. El material con el que está hecho es muy poroso y por lo tanto capaz de filtrar el agua, la cual, en contacto con el ambiente seco exterior, se evapora. Para evaporarse necesita absorber una gran cantidad de calor y la obtiene del líquido que ha quedado en el interior del botijo. Es un mecanismo muy similar al que tiene lugar cuando sudamos; cuando el aire evapora el sudor de nuestra piel, las gotas obtienen el calor necesario para pasar a estado gaseoso del interior de nuestro organismo, dejándonos mucho más fresquitos. El botijo solamente puede funcionar en climas muy secos donde el agua se evapore fácilmente, de ahí que no sea conocido en otros países más fríos y sea mucho más típico del sur que del norte de España.

El botijo es un curioso producto tecnológico típicamente español que, pese a ser más sofisticado que el también castizo abanico, es víctima del poco interés y poco aprecio que en nuestro país ha despertado siempre la tecnología. Afortunadamente existen excepciones como los museos dedicados a él que hay en Villena y Toral de los Guzmanes. Así que de simple nada, si acaso modesto.