24 noviembre 2007

El coloso en llamas: ¡Fuego!

Cuando se pusieron de moda las películas catastrofistas en los años 70, una de las que reunió a un mayor plantel de estrellas en su reparto fue El coloso en llamas (1974), que trataba sobre un edificio de lujo pasto del fuego Al menos que yo recuerde, y reconozco que la cartelera de los últimos años no es mi fuerte, esta película todavía no ha tenido remake, a diferencia de La aventura del Poseidón. No lo ha tenido ni debería tenerlo, porque al menos quiero pensar que si se plantea otra película con esta temática, el origen de las llamas tendría que ser un atentado y no sería verosímil que ocurriera por una simple negligencia, como era aquí el caso.

Por lo general, los fuegos de origen eléctrico son debidos a cortocircuitos. Ya expliqué con detalle en otra entrada lo que es un cortocircuito, ahora sólo resumiré que cuando se ponen en contacto dos cables conectados a una tensión diferente, como pueden ser los dos polos de un enchufe, la ausencia de resistencia al paso de la corriente hace que ésta se dispare hasta quemar los cables y toda la instalación si aquélla no dispone de los mecanismos adecuados de protección que corten el suministro. Vi la película hace años y no recuerdo mucho, ahora estoy leyendo en algunos resúmenes de la trama que el incendio se producía por no utilizar los cables adecuados. Si era así, la negligencia ya sería de juzgado de guardia: los cables eléctricos son más gruesos cuanta más corriente tenga que pasar por ellos. Si dimensionamos la instalación de forma errónea utilizando cables de menor diámetro del necesario, estos no podrán aguantar el paso de la corriente sin quemarse. Es un error un tanto burdo, puesto que basta con consultar las tablas que trae el Reglamento de Baja Tensión o cualquier manual de instalador, donde se indica el diámetro mínimo de cable necesario para cada valor de la intensidad.

Una vez iniciado el incendio, en la época de El coloso en llamas apenas se habían desarrollado las normativas o reglamentos de protección contra el fuego. En España funciona desde los años 90, salvo que ya la hayan renovado, la NBE (norma básica de la edificación)- CPI 96, que establece una serie de reglas para facilitar la detección de un incendio, minimizar sus efectos y sofocarlo lo antes posible. Algunas afectan a la arquitectura del edificio, otras a la ingeniería, que sería la instalación contra incendios. Entre las primeras podemos destacar:

- que los elementos constructivos del edificio deberían tener una resistencia mínima al fuego, que se mide por unos códigos muy sencillos. Un muro RF-60 quiere decir que evita la propagación de un incendio durante 60 minutos, después de los cuales empieza a derrumbarse o al menos a filtrar el humo. Una puerta RF-120 aguantará dos horas antes de dejar pasar el fuego; eso debería ser tiempo suficiente para la llegada de los bomberos.

- otro aspecto muy importante es la adecuada compartimentación del edificio, es decir, poder aislar la zona donde se está propagando el fuego y permitir que los ocupantes puedan salir por otra zona segura. La división en sectores se lleva a cabo por medio de las famosas puertas cortafuegos.

- la evacuación además debe facilitarse mediante escaleras amplias y bien diseñadas, que no sea fatigoso bajar. Además las puertas deben abrirse hacia fuera y de forma manual; muchos garajes en los que no se puede salir sin llave incumplen esta normativa.

Eso respecto a la arquitectura del edificio. La instalación contra incendios, por su parte, trabaja en tres direcciones:

- señalizar mediante pegatinas informativas y luces la situación y dirección de la puerta de salida más próxima o la ubicación de los aparatos de extinción.

- detectar la presencia de fuego mediante detectores de humo (los más habituales) y de calor, así como avisar de la formación de un incendio mediante las alarmas.

- sofocar el incendio mediante extintores, mangueras enrolladas en el interior de una urna llamada BIE (boca de incendio equipada) o rociadores que emiten agua desde el techo.

Naturalmente toda esta instalación se llevará a cabo sólo en hospitales y edificios públicos o muy grandes y con mucha ocupación; en un edificio de viviendas normal, exceptuando el garaje, sólo deben cumplirse las medidas de protección arquitectónica y la colocación de extintores en las zonas comunes del inmueble.

Por último, ¿con todas estas normas de seguridad como pueden vivirse remakes reales de El coloso en llamas como lo del edificio Windsor de Madrid? Pues deberían hacer una película que lo explicara.

12 noviembre 2007

Cuando el coche no arranca

Una de las escenas más tópicas en películas de acción o de suspense es la del personaje que tiene que escapar de un sitio a toda velocidad y se encuentra con que el coche no arranca. Es uno de los trucos de guión más fáciles para crear emoción haciendo que el motor consiga ponerse en marcha en el momento límite o para desembarazarse de personajes secundarios haciendo que el encendido no funcione ni siquiera en el último momento. Si hacemos caso a las películas, los problemas de arranque son exageradamente frecuentes en los motores y además son casi los únicos que existen, salvo alguna que otra vez que alguna de las piezas se quema y hay que parar en mitad de la carretera con el coche echando humo. Los que hemos conducido vehículos viejos sabemos que existe otra amplísima gama de problemas que pueden surgir en carretera, aunque sí es cierto que el encendido es el punto más delicado y complicado del funcionamiento del motor.

Entrando más en detalle, conviene explicar que el encendido de los coches de gasolina es muy distinto al de los Diesel. Los coches de gasolina siguen el modelo de motor diseñado por un señor alemán llamado Otto a finales del siglo XIX: en ellos el cilindro comprime una mezcla de gasolina y aire. Cuando el cilindro se encuentra en el punto final de su recorrido o carrera se aproxima una chispa que hace que la mezcla prenda. La rápida combustión de la gasolina empuja al cilindro hacia atrás, y éste, a través de una serie de bielas, transmite ese movimiento al cigüeñal y este a su vez, a través del sistema de transmisión, a las ruedas del vehículo. La clave está en que la combustión no se convierta en una detonación que pueda estropear el motor; que esto ocurra o no, depende de la calidad del combustible, que en este apartado se mide por el número de octanos de la gasolina (cuantos más octanos, más calidad de la gasolina y menos sufrirá el motor en las combustiones). El encendido en los motores de gasolina, sobre todo en coches antiguos, es complicado cuando están fríos, ya que el combustible tiene serios problemas para vaporizarse. Esto se arregla regulando la proporción de gasolina y aire en la mezcla con el starter, que deja pasar más combustible (enriquece la mezcla, como se dice) para que arda más fácilmente.

En un motor Diesel (inventado por otro señor alemán del mismo nombre) el proceso es esencialmente el mismo con la diferencia de que lo que se comprime en el pistón no es una mezcla de aire y gasolina, sino aire nada más. En el momento en que éste se encuentra más comprimido (en realidad un poco más tarde, porque la combustión es mejor si existe un cierto retraso en el encendido) se inyecta el combustible que, al encontrarse a tanta presión, arde rápidamente desencadenando todo el proceso. Al no haber bujía, starter ni mezcla que regular, el encendido es menos problemático que en los motores de gasolina, siendo la principal dificultad el regular bien los inyectores de combustible.

Todo este proceso necesita de la electricidad que suministra la batería, que en los motores de gasolina alimenta a la bujía que crea la chispa mientras que en los Diesel se encarga de elevar la temperatura para que se pueda facilitar la combustión. La batería sólo es necesaria en el encendido, el resto del tiempo el coche toma su electricidad del alternador, que es quien se encarga además de recargar la batería. El alternador transforma el movimiento del coche en electricidad que alimenta la batería; de ahí que si el motor no arranca, podemos hacerlo funcionar empujando el coche: forzando el movimiento del motor, el alternador puede generar electricidad, recargar la batería y conseguir el encendido del vehículo.

La película que más se me viene a la mente al pensar en vicisitudes al volante es Dos en la carretera, en la que, además de a Albert Finney y Audrey Hepburn consiguiendo arrancar el coche a base de empujarlo, veíamos al pobre vehículo arder en otra escena. ¿Por recalentamiento debido a la ausencia de refrigerante? Es lo más probable. Quien quiera consultar todos estos temas, no sólo dispone de información en Internet sino en el propio manual de conducir, que al menos antes incluía un capítulo de mecánica que, por cierto, todo el mundo se saltaba en la autoescuela.