13 julio 2007

Lemming: roedores suicidas

He tenido ocasión de ver Lemming (2005), la segunda y muy interesante película de Dominic Moll que trata de un matrimonio aparentemente perfecto para el que las cosas se tuercen a partir de un hecho tan inexplicable como la aparición en su desagüe de un lemming, un pequeño roedor hervíboro que sólo existe en la tundra y en las regiones árticas, muy lejos de Francia, donde transcurre la acción.

El fenómeno principal que hace famosos a los lemmings, que es un elemento con el que la película jugará más adelante, son los suicidios colectivos que supuestamente protagonizan tirándose en masa al mar desde lo alto de un acantilado. Esta leyenda urbana se debe a un documental producido por la productora de Walt Disney en 1958, White wilderness, sobre la vida en las regiones polares. De pequeño lei una versión en comic de la película y me había impresionado mucho el suicidio masivo de los lemmings, que allí se explicaba como un modo un tanto radical de mantener el equilibrio de la población. Como los animales salvajes no suelen ser buenos actores ni sumisos ante las cámaras, tanto la migración como el suicidio de los lemmings fueron provocados por los autores del documental, que se rodó incluso lejos del habitat natural de los roedores, los cuales tuvieron que ser importados para la ocasión. Nada nuevo en la historia del documental; ya Luis Buñuel había sembrado la polémica al despeñar a una cabra por una montaña para poder filmar la caída "accidental" de la misma en Las hurdes tierra sin pan (1932). La muerte masiva de lemmings no es ningún suicidio sino la llamada de un instinto que les lleva a emigrar cuando su población ha crecido en exceso; dicho instinto no tiene en cuenta si la dirección deseada atraviesa un río o incluso un mar demasiado ancho para que lo puedan atravesar, por lo que los animalejos se tiran de cabeza a la muerte.

La película tenía otro punto muy interesante, que era el proyecto en el que trabajaba el protagonista, una webcam voladora que se podía controlar por ordenador desde muy lejos. Intentaré averiguar si es fácil hacer volar un dispositivo de control tan remoto. Se trata de una producción francesa, de ser española sólo el hecho de que una empresa privada llevara a cabo motu proprio un proyecto de ese tipo ya situaría a la película en el género fantástico ...