Quien haya visto la exitosa película Misión imposible de Brian de Palma (1996), recordará sin duda la escena en la que Tom Cruise tiene que llevar a cabo un robo en una habitación dotada de un sofisticado sistema de alarma. Cruise se ve obligado a descolgarse desde el techo y evitar por todos los medios situarse por debajo de una determinada altura, en la que sonaría la sirena.
Esta secuencia, aparte de ser un homenaje / plagio a Topkapi, un film de Jules Dassin de los años 60, es uno de los mejores ejemplos de como el cine le saca partido a la tecnología más habitual. Estamos tan acostumbrados a las células fotoeléctricas que nos abren las puertas del banco o del centro comercial que nos parece normal asociar la luz con la electricidad, y sin embargo este descubrimiento llamado efecto fotoeléctrico (que la luz puede generar una corriente eléctrica, es decir, una onda que se propaga en el vacío puede actuar sobre la materia) fue uno de los mayores impactos de la ciencia de finales del siglo XIX / principios del XX; resolvió una polémica de siglos entre los físicos acerca de si la luz era una onda inmaterial o una partícula de materia, y le valió el premio Nobel a Albert Einstein (efectivamente, lo ganó por esta causa y no por la Teoría de la Relatividad).
Una vez descubierta la relación entre la luz y la electricidad, no tardaron en surgir los fotorresistores (conocidos por sus siglas en inglés, LDR), resistencias eléctricas cuyo valor varía según la luz. Es decir, en ausencia de luz presentan mucha resistencia a la electricidad y por lo tanto bloquean un circuito eléctrico, y en presencia de luz no plantean resistencia y permiten que pase la electricidad. He aquí una imagen de una LDR.
De esta forma, cuando una persona pasa e interrumpe con su cuerpo el haz de luz que recibe la LDR, esta última no deja pasar la corriente, dejando inactivo el circuito eléctrónico que inhibe la apertura de una puerta automática, el sonido de un timbre de alarma, etc. Este es el sencillo misterio que encierran cantidad de automatismos como los grifos que se abren y cierran o las lámparas que se encienden y apagan sin necesidad de regulador manual. Las LDR no son caras y podrían emplearse para la autorregulación de la luz y el agua en las viviendas, pero las experiencias que se han llevado a cabo hasta ahora en hogares automatizados provocaron un rechazo por parte de sus habitantes: como a Tom Cruise en la película, nos inquieta la sensación de estar controlados por fuerzas invisibles.
Esta secuencia, aparte de ser un homenaje / plagio a Topkapi, un film de Jules Dassin de los años 60, es uno de los mejores ejemplos de como el cine le saca partido a la tecnología más habitual. Estamos tan acostumbrados a las células fotoeléctricas que nos abren las puertas del banco o del centro comercial que nos parece normal asociar la luz con la electricidad, y sin embargo este descubrimiento llamado efecto fotoeléctrico (que la luz puede generar una corriente eléctrica, es decir, una onda que se propaga en el vacío puede actuar sobre la materia) fue uno de los mayores impactos de la ciencia de finales del siglo XIX / principios del XX; resolvió una polémica de siglos entre los físicos acerca de si la luz era una onda inmaterial o una partícula de materia, y le valió el premio Nobel a Albert Einstein (efectivamente, lo ganó por esta causa y no por la Teoría de la Relatividad).
Una vez descubierta la relación entre la luz y la electricidad, no tardaron en surgir los fotorresistores (conocidos por sus siglas en inglés, LDR), resistencias eléctricas cuyo valor varía según la luz. Es decir, en ausencia de luz presentan mucha resistencia a la electricidad y por lo tanto bloquean un circuito eléctrico, y en presencia de luz no plantean resistencia y permiten que pase la electricidad. He aquí una imagen de una LDR.
De esta forma, cuando una persona pasa e interrumpe con su cuerpo el haz de luz que recibe la LDR, esta última no deja pasar la corriente, dejando inactivo el circuito eléctrónico que inhibe la apertura de una puerta automática, el sonido de un timbre de alarma, etc. Este es el sencillo misterio que encierran cantidad de automatismos como los grifos que se abren y cierran o las lámparas que se encienden y apagan sin necesidad de regulador manual. Las LDR no son caras y podrían emplearse para la autorregulación de la luz y el agua en las viviendas, pero las experiencias que se han llevado a cabo hasta ahora en hogares automatizados provocaron un rechazo por parte de sus habitantes: como a Tom Cruise en la película, nos inquieta la sensación de estar controlados por fuerzas invisibles.
3 comentarios:
Siempre me han hecho gracia estas escenas en las que los ladrones sortean los haces de luz, no digamos ya si es Catherin Zeta Jones contoneando su esbelto culo. Me parece muy de mentira. Si se cupiera, los que instalan los sistemas de seguridad, pondrían una red más cerrada. Lo que pasa es que da mucho juego.
Hay un error en el artículo: Einstein SI gano el premio Nobel por la Teoría de la Relatividad (aunque también lo ganase por el efecto fotoeléctrico; ganó el premio 2 veces).
¿Dónde has visto que Einstein ganó el premio Nobel dos veces? Según mis datos sólo lo ganó una vez, en 1921, por su "contribución a la física teórica" en el campo de la fotoelectricidad. Un saludo.
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