Fotografiando hadas es una película británica de 1997 de Nick Willing que aborda la fascinación por los fenómenos sobrenaturales en la época anterior a la primera guerra mundial. Trata de un fotógrafo que se enfrenta al misterio de unas supuestas fotografías que muestran hadas y que no parecen estar falsificadas. La película recoge muchos aspectos típicos de las leyendas: las hadas se aparecen en las proximidades de un árbol centenario y sólo pueden ser vistas cuando uno se encuentra bajo la influencia de unas plantas que le permiten percibir la realidad a una velocidad más lenta de lo habitual.
Esta trama es un curioso cóctel de muchas ideas, algunas con cierta base real. En primer lugar la existencia de sustancias en la naturaleza con propiedades alucinógenas o psicotrópicas, algo que prefiero reservar para otra entrada posterior. Luego las limitaciones de la visión; nuestro sentido de la vista es perfectamente adecuado para nuestras necesidades pero no es perfecto. El cine, sin ir más lejos, se basa en la ilusión óptica de continuidad que nos proporciona la vista cuando unas imágenes se suceden a alta velocidad y lo estático se convierte para nosotros en movimiento. Con las hadas de la película ocurriría algo parecido, no son visibles porque vuelan a muy alta velocidad.
Pero aquí surge un problema. Si las hadas vuelan siguiendo trayectorias regulares, lo que veríamos sería como un haz de luz continuo y estático. Cuando un objeto se mueve muy rápido dejamos de apreciar el movimiento, pero no el objeto. La otra contradicción está en que las hadas puedan atravesar en ciertos momentos los cuerpos de los humanos; existen de hecho partículas que no interactuan con la masa, como los neutrinos, y que por lo tanto pueden atravesar tranquilamente nuestros cuerpos sin inmutarse. Pero ello supone que su masa es insignificante y que por lo tanto viajan a velocidades muy próximas a la de la luz. Y que su tamaño será absolutamente ridículo, mucho más pequeño que el de un protón o un electrón, que ya resultan inapreciables. Las hadas de la película, en cambio, tenían el tamaño de unos insectos o pajarillos respetables. Por muy potente que sea el efecto de una planta, difícilmente nos podrá hacer viajar a velocidades próximas a la luz ni permitirnos contemplar partículas de naturaleza parecida a los neutrinos, que apenas tienen masa y que además no reaccionan a fuerzas electromagnéticas; dado que la luz es una onda electromagnética, eso significa que serán invisibles hasta para el mejor de los microscopios.
Pero estos son sólo algunos de los problemas que presenta la invisibilidad; otros, los propiamente ópticos, los dejamos para otro día.
Pero estos son sólo algunos de los problemas que presenta la invisibilidad; otros, los propiamente ópticos, los dejamos para otro día.
8 comentarios:
Sobre la invisibilidad, ya lo dijo la mismísima Sue Storm: "Soy uno de los grandes misterios de la ciencia ¡Me hago invisible pero puedo seguir viendo!"
Supongo que parte del juego de la invisibilidad de las hadas que plantea la película parte del mito de la "persistencia retiniana de la visión", una falsa concepción científica, ya superada, que alguna gente aún se crea a pies juntillas. Según ella en la retina cada imagen "se graba" cada décima de segundo. Por una parte la sucesión de esas imágenes provocaría la ilusión de movimiento (cosa de la que se aprovecharía el cine).
Por otra parte -y es de lo que va este artículo-, si algo se moviese a una velocidad superior a esa décima de segundo, sería imposible percibirlo.
Bien... todo eso es falso.
Por una parte la "ilusión" de movimiento se produce en el cerebro, no en la retina, al integrar multitudes de informaciones provenientes de la retina. Y por otra, la más importante, la retina no es una especie de lienzo pasivo donde se estampa la imagen. Es la parte final del nervio óptico, una especie de complejo "organo" que procesa la información luminosa que le llega de forma activa, buscando patrones, movimientos, contrastes, incrementando las diferencias luminosas entre contornos, agrupando informaciones, etc... y todo esto en constante retroalimentacion con el resto del cerebro e incluso de la musculatura del ojo.
Esa retina, si algo se moviera delante nuestra a una gran velocidad, a más de esa décima de segundo, acabaría por verlo. ¿Acaso no vemos los aviones supersónicos en el cielo?
Y, como breve "off topic" final. En un comentario anterior a un post vuestro hablaba de Milgram y su experimento... y hoy "mancillan" el nombre de Milgram sin llegar a citarlo, en una publicación tan seria como "El País". En un breve artículo sobre que Microsoft "ha demostrado" la realidad de los seis grados de separación, cosa que, según ellos, hasta ahora era una leyenda urbana. ¡Mentira! Lo de los seis grados de separación es el resultado de otro genial experimento de Stanley Milgram, esta vez mucho menos aterrador que el otro pero que, a la larga, a dado mucho más que hablar...
No sé exactamente la explicación, pero todos sabemos que el cerebro no tiene tiempo de procesar un movimiento demasiado rápido. Imaginémonos la bola de la ruleta del casino que gira a mucha velocidad. Lo que vemos no es a la bola moviéndose a lo largo de un círculo, sino un círculo continuo en el que vemos todas las posiciones de la bola a la vez, por lo que vemos una imagen estática. Si se ralentiza el movimiento el cerebro sí tiene tiempo de procesar el movimiento de la bola y percibimos como cambia de posición y como va recorriendo cada punto del círculo, no vemos un círculo entero. Igual que cuando sacamos una foto de algo que se mueve deprisa, no vemos una posición determinada sino un halo. Eso es lo que quería decir, no que cuando algo se mueve muy rápido sencillamente no lo veamos, que es lo que propone la película.
Gracias por la información sobre Milgram; un saludo.
No, si te entendí perfectamente. Además utilizas muy bien la peli para hablar de física de la luz.
El comentario va hacia lo que plantea la peli - y yo aprovecho para hablar de psicología, que es lo mío :P - no el post.
Evidemente el ojo-nervio óptico-cerebro no puede procesar todas las posiciones de la bola (y aunque pudiera, no le sería "económico") y por eso la vemos como dando saltitos o como una estela tal y como planteas... un efecto parecido a lo que pasa son los radios de una bici o el rotor de un helicóptero.
Lo que se plantea en la peli, que por su velocidad las hadas se hacen invisibles, es lo que se creía en el XIX por esa concepción pasiva del ojo. De ahí las supuetas fotos -"más rápidas que el ojo"- de hadas que aparecieron en la época)no sería así. Algo se vería... y de hecho, se verían como vemos actualmente un colibrí, a saltitos, en forma de estela difusa, etc...
De acuerdo, pensaba que el artículo se entendía mal. En la película no recuerdo qué decían acerca de esas fotos "más rápidas que el ojo", pero muchas gracias por la aclaración.
Un saludo.
Bien, aprovecho que hablas de este tema para recomendar el libro El curioso incidente del perro a medianoche que está escrito, en teoría, por un niño autista. Entre otras cosas, comenta la falacia de estas fotografías y explica que las hadas estaban recortadas por una de las niñas y que si se movían era por el viento. Desmonta incluso las teorías de otra índole que reforzaban la veracidad de la foto. Todo viene a cuento porque dice que le encanta Sherlock Holmes, pero no Conan Doyle porque cuando perdió a su hijo comenzó a creer. Añade que está claro que son falsas porque se parecen exactamente a las hadas de los cuentos de la época, lo que prueba que la niña las copió.
También habla sobre la manera en la que la mente percibe las imágenes, más o menos lo que explica Elperejil. Pero en otra parte del libro.
Lo primero, apoyo la recomendación de "Navaja" de ese magnífico y entretenidísimo libro. Por cierto, la frase "El curioso incidente del perro a medianoche" (y esto no lo explica el libro, quizá porque es una frase muy conocida en inglés) está tomada de un cuento de Sherlock Holmes, en el que el famoso detective señala a una persona como culpable. Todos se sorprenden. ¿Cómo lo supo? Y Holmes dice que por "el curioso incidente del perro a medianoche". Watson no entiende, "si el perro no hizo nada". Holmes remarca... eso fue lo curioso... si el criminal fuese un desconocido habría ladrado, y no lo hizo. En ingles he visto que es expresión se usa para indicar cuando el hecho de que no ocurra nada o que no se diga nada, es terriblemente significativo.
Lo segundo, T. S. Eliot pensaba igual que el prota de ese libro y, jocosamente comentó sobre Conan Doyle, "¿Qué tiene que ver ese espiritista con el gran Sherlock Holmes?". Eliot, bromeando, prefería creer en la existencia de Holmes que en la de Doyle.
Lo tercero, yendo ya al tema del post y al último comentario, sobre la foto de las hadas de Cottingley, que mucha gente se creyó que era real, una prueba que tiró por tierra el fraude fue que esas hadas eran exactamente iguales a una ilustración del libro infantil "Princess Mary's Gift Book", de donde evidentemente las niñas las habían calcado para luego recortarlas y hacer la foto. Pocos años después de este descubrimiento las niñas (ya unas señoras) contaron cómo habían hecho el fraude.
Me alegro de que te gustase el libro, Dillinger.
Me he topado ahora con otra leyenda similar y he comprobado que su posible explicación científica podría tener la misma base de ilusión óptica. Por ello, creo que sería interesante para este blog. Me refiero a las leyendas de los barcos fantasma y, en concreto, a la del "Holandés errante", de la que he publicado un post en Switch Off. Aquí está la posible explicación: http://en.wikipedia.org/wiki/The_Flying_Dutchman#Possible_explanation
Saludos.
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