09 junio 2006

Vidocq: que me parta un rayo

En la ambiciosa producción francesa Vidocq, de hace unos años, un asesino se dedicaba a deshacerse de la gente que le resultaba molesta con un imaginativo método: infiltraba de forma inadvertida alfileres o pequeños hierros puntiagudos en sus sombreros para que sirvieran de pararrayos haciendo que la tormenta fulminara a la víctima.

Este poder mortal del rayo es totalmente cierto y nada exagerado por la película: la diferencia de potencial que las nubes alcanzan respecto a la tierra en una tormenta puede ser de varios millones de voltios, un valor muy superior al de los cables de alta tensión, que muy raramente superan los 400.000 voltios (cantidad ya más que suficiente para hacernos mucha pupa).

Lo de por qué los objetos esbeltos, de mucha altura y poca sección, atraen los rayos se debe a que en las tormentas las nubes se polarizan, es decir, las cargas positivas se separan de las negativas en lugar de distribuirse homogéneamente por toda la nube: se genera un polo positivo en la parte superior, ya que las cargas positivas tienden a ascender, y un polo negativo en la parte inferior, más próxima a la tierra. La presencia de este polo negativo hace que las cargas en la tierra también se redistribuyan a su vez y que, por atracción electrostática, aparezca una zona de carga positiva en la superficie del suelo. ¿Y dónde se va a concentrar más esa carga positiva? Pues en los objetos esbeltos, porque los objetos alargados tienen mucha superficie en la que almacenar cargas positivas. Por eso el rayo va a caer sobre un pararrayos, que es alto, delgadito y además metálico y conectado directamente a tierra por un cable, lo cual le facilita mucho lás cosas a la electricidad para pasar por allí. Caso de no haber un pararrayos, las víctimas más propicias del rayo son los árboles, ya que son los puntos más elevados del terreno y tendrán mucha mayor densidad de cargas positivas que la tierra que los rodea. De hecho, la mayor parte de personas muertas por un rayo lo son por cometer el error de cobijarse bajo un árbol. Lo más sensato en caso de tormenta en una zona llana es meterse dentro de un coche, ya que de caer el rayo lo hará sobre la carrocería y nosotros estaremos aislados y resguardados en el interior.

¿Por lo tanto es efectivo el método del asesino de Vidocq? Pues en el caso de estallar la tormenta en una zona llana y sin árboles, como los humanos caminamos erguidos y por lo tanto ofrecemos bastante superficie en la que almacenar cargas en relación a nuestro volumen, tenemos una alta probabilidad de resultar apetitosos para el rayo, lo que se puede evitar poniéndonos a cuatro patas para estar en igualdad de condiciones con los animales. ¿Lo del alfiler en el sombrero puede ayudar al rayo? Tal vez un poco, pero un pararrayos tan pequeño como ese no supondría seguramente mucha diferencia, lo peligroso sería más bien exponerse a la tormenta en un terreno llano y despejado. Aunque creo recordar que en la película el rayo le caía a alguien situado en las proximidades de un edificio en una época en que ya existían los pararrayos, algo poco probable a menos que las nubes le tuvieran manía al pobre ...

2 comentarios:

Sota dijo...

como los humanos caminamos erguidos y por lo tanto ofrecemos bastante superficie en la que almacenar cargas en relación a nuestro volumen
Si no recuerdo mal cuando me explicaron el "efecto punta" en la facu, el problema no es de volumen, sino de superfície y perspectiva. Las cargas se reparten de forma homogénea por toda la superfície, pero en un objeto vertical (como nosotros), visto desde arriba (como "nos vé" el rayo) las cargas se "superponen" (porque las cargas distribuidas a lo largo de toda la superfície del cuerpo se concentran en una superfície más pequeña, la sección transversal del cuerpo), con lo que la densidad de carga aparente es mucho mayor (y claro, p'allá que va el rayo de cabeza). Y entre más delgada y estrecha de hombros sea la persona, más aún. No?

Dillinger is dead dijo...

Efectivamente, eso es lo que explico o lo que pretendo explicar, lo que atrae al rayo es la concentración de cargas en muy poco volumen, la densidad de cargas o efecto punta. Una persona delgada por una parte concentra las cargas en menos volumen, pero por otra tiene menos cargas por tener menos superficie corporal; de todas formas, como relativamente la diferencia de volumen es más significativa que la de superficie, al final es cierto que la persona más delgada atraería más al rayo; de todas formas la diferencia va a ser mínima. Saludos.