05 abril 2006

Carretera perdida: la fuga psicogénica de David Lynch

Hasta ahora no habíamos abordado en el blog una ciencia tan fascinante como la psiquiatría, así que iba siendo hora. En 1997 David Lynch estrenaba una película que en su momento pasó muy desapercibida, pero que alcanzó estatus de cine de culto cuando su director volvió a ponerse de moda a raíz de Mulholland drive: se trataba de Carretera perdida, una historia en la que un personaje sufre una alteración de personalidad que Lynch denominaba fuga psicogénica.

Pues bien, la fuga psicogénica no es un invento del director, existe realmente, y está catalogada con su código propio entre las listas de enfermedades y trastornos psiquiátricos documentados por el Ministerio de Sanidad y Consumo. No obstante, es más conocida con el nombre de fuga disociativa. La fuga disociativa es una fuga, es decir, quien la sufre huye de su casa y su entorno, acompañada de amnesia total o parcial de la vida pasada: el enfermo puede llegar a construirse una nueva identidad. Suele ocurrir después de un hecho traumático, como guerras o accidentes, y es un mecanismo de defensa: una huida de nuestra propia personalidad para evitar conflictos o sentimientos de culpa

Carretera perdida está contada desde el punto de vista de su personaje principal, Fred. Fred ha asesinado a su mujer, o como mínimo, siente deseos de hacerlo. Para no aceptar una realidad tan dura, se evade de su auténtica personalidad y se inventa otra, en la que es un inocente chico mucho más joven. Los espectadores compartimos el delirio de Fred y lo vemos con el rostro de otro actor, viviendo una nueva vida en otro entorno. No obstante, es difícil escapar de nuestras propias pesadillas, y la felicidad de nuestro hombre pronto se verá enturbiada de nuevo por los mismos fantasmas de los que estaba intentando escapar. Así pues, una de las posibles interpretaciones de la obra maestra de uno de los directores más crípticos de nuestro tiempo es verla como un documental clínico cuyo guión lo escribe el propio paciente. A walk on the wild side, que diría Lou Reed.

5 comentarios:

Joaquín Llorca dijo...

Esta es una de las películas que más me ha gustado y me ha dado pautas para lecturas diferentes. La lectura psiquiátrica es posible pero me parece que "destruye" la idea artística al hacer una interpretación argumental y descriptiva. Me ha interesado más una lectura desde el punto de vista cubista con realidades que se superponen, se ven desde diferentes tiempos y se articulan de alguna manera en la imaginación del espectador sin cerrar la interpretación. Desde el punto de vista surrealista quizá haya más relación con lo psicológico o mejor aún con lo onírico.
Muy interesante el blog. Te invito al mío que nombra de paso a Lynch.

Anónimo dijo...

yo y mis amigos fuimos al cine y al ver la chica empezamos a hacernos pajas entre nosotros...
Sera normal

Anónimo dijo...

visitar mi blog sobre enfermedades TID y esquizofrenias

www.karretera-perdida/blogspot.com

Anónimo dijo...

Lo curioso es que estaba escuchando "Walk on the wild side" mientras leía esto.

Jarl.

Y tal.

Anónimo dijo...

JAJAJAAJAJJAJAJAJAAJJAAJAJJ