La pequeña (1978) es una de las incursiones en el cine americano del director francés Louis Malle en la que Brooke Shields se dio a conocer interpretando a una niña-prostituta; lo políticamente incorrecto de esta propuesta ya lo comenté en otro blog, pero ahora me interesa centrarme en un aspecto que me llamó la atención. El personaje masculino de la historia es un fotógrafo, inspirado en un personaje real e interpretado por David Carradine, al que le gustaba retratar a las prostitutas en los burdeles. La primera vez que éste acude a la casa de citas, una de las chicas se queda muy sorprendida ante la cámara fotográfica como si nunca la hubiera visto. Tratándose de una historia ambientada durante los años de la primera guerra mundial, esto me pareció un tremendo anacronismo, sobre todo cuando poco después vemos a otra de las meretrices hablando con total normalidad por teléfono, un invento bastante posterior a la fotografía.
A veces ocurre que una tecnología funciona desde hace tiempo a un nivel experimental pero no se ha popularizado (los antiguos griegos descubrieron la máquina de vapor, pero nadie supo encontrarle ninguna aplicación hasta bien entrado el siglo XVIII), pero no puede ser éste el caso de la fotografía cuando en la época en la que transcurre la acción, en torno al año 1917, era ya enormemente popular el más importante hijo de esta técnica: el cine, que no es más que una sucesión de fotografías que se suceden de forma muy rápida. Efectivamente, por estos años Hollywood empezaba ya a ser una poderosa industria y Mary Pickford se convertía en una de las primeras estrellas del celuloide, por lo que el cine, y mucho más la fotografía, era algo perfectamente cotidiano. Naturalmente, no todo el mundo tenía en casa una máquina fotográfica como hoy en día; se trataba de un artículo caro al que sólo accedían los profesionales del medio y las familias burguesas. Las clases medias o humildes solamente acudían al fotógrafo para realizar instantáneas de familia en ocasiones especiales, pero desde luego no verían nada de raro en que alguien tuviera como profesión la fotografía.
De hecho la técnica empleada por las cámaras fotográficas tampoco ha evolucionado tanto desde la época de la película; la gran revolución que permitió extender y popularizar el invento fue el celuloide, un soporte para la imagen resistente, flexible, fácil de manejar y relativamente duradero (eso sí, fácilmente combustible). Cuando este material se empezó a producir a gran escala, la famosa compañía Kodak sacó al mercado el primer carrete comercial, lo que facilitó y abarató en gran medida la técnica de capturar imágenes. De hecho, ya desde antes del siglo XX se empezó a experimentar con la fotografía en color, aunque los carretes de color no llegaron al mercado hasta 1935, por lo que sí es normal que el fotógrafo del film, que tampoco es ningún potentado, trabajara en blanco y negro.
Curiosamente, en la película, David Carradine no sale inclinado mirando por el visor de la cámara, sino que dispone de un moderno interruptor que pulsa para obtener la imagen; no sé si esto responde o no a la realidad, si algún lector coleccionista de objetos antiguos tiene algún aparato de esa época tal vez pueda decirlo. Por otra parte, en aquellos tiempos no existía lámpara de flash en las cámaras, ésta no se inventó hasta 1927, por lo que hasta entonces se empleaba el magnesio para las fotos interiores, dando lugar a una nube de polvo que hacía la función del flash. Esto no se muestra en la película, aunque es cierto que la mayor parte de las fotos se llevan a cabo con luz natural y abundante. Además el director de fotografía del film es uno de los mayores maestros de este campo, el sueco Sven Nykvist.
1 comentario:
A lo mejor esa chica solo se hizo la tonta para ganar un cliente, jeje.
De todas formas hace poco un compañero de trabajo se quedó casi conmocionado cuando vio que le podía enviar desde mi móvil una foto a su correo electrónico. Bueno casi conmocionado es un exageración pero me sorprendió bastante que desconociera esta posibilidad siendo el correo electrónico herramienta indispensable en su trabajo. No te digo cuando a continuación se la imprimí por una impresora con bluetooth.
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