13 septiembre 2007

Sandra Bullock y Whoopi Goldberg: predecesoras de Internet

En 1995, justo antes de la popularización de Internet, se estrenó una de las películas que más acertadamente se adelantaron a su tiempo: La red, en la que Sandra Bullock interpretaba a una programadora informática que apenas tenía vida social real y se limitaba a comunicarse con amigos virtuales. Además era víctima de una conspiración en la que suplantaban su identidad con la de una delincuente fichada por el FBI. Esto, que en su día podía verse como algo exagerado, se acerca cada vez más a la realidad. Hoy no son sólo los informáticos de profesión sino muchas personas de las más diversas edades y condiciones las que están enganchadas a la red; la línea que separa el uso del ordenador como herramienta habitual a la vez de trabajo y de ocio y la adicción patológica a los chats y programas de mensajería instantánea (messengers) cada vez es más difícil de delimitar. Y los trámites y actividades que se llevan a cabo a través de la red van también en aumento; efectivamente, la manipulación total de los datos de una persona a través de la informática es cada vez una posibilidad menos descabellada, sobre todo en Estados Unidos, donde no existe el DNI.

En Jumpin jack flash (1986) Whoopi Goldberg utilizaba un antepasado de Internet para comunicarse con un desconocido; y es que las redes que comunican ordenadores son muy anteriores a la explosión de Internet. En los años 80, e incluso antes, se utilizaban redes para comunicar unos ordenadores con otros remotos pertenecientes a la misma compañía o administración; Internet consistió simplemente en fundir todas las pequeñas redes existentes en una enorme red global (world wide web). Pero ojo, Internet (que se pone en mayúscula porque es un nombre propio) es más que la WWW o World Wide Web; es el conjunto del servicio WWW y de otros como la descarga de archivos, el correo electrónico, las conversaciones o chats, etc.


¿Cómo se comunican unos ordenadores con otros? Pues se hablan entre sí mediante lo que se conoce como protocolos; el más importante de estos es el protocolo IP, que es el que permite a las redes locales acceder a la red global. Cada ordenador lo hace mediante un número que es la famosa dirección IP, algo así como la red telefónica en la que cada receptor tiene un número que lo identifica. Otro protocolo muy conocido es el famoso HTTP, protocolo de transferencia de hipertexto; un hipertexto es un texto enriquecido con imágenes, contenido multimedia y enlaces o links a otros hipertextos: es decir, un hipertexto es una página web. Existe también el protocolo FTP, de transferencia de ficheros, que utilizamos siempre que nos descargamos archivos a nuestro ordenador. A muchos lectores les sonarán también otros protocolos como el POP o el SMTP, para correo electrónico.

Otras siglas familiares para muchos, DNS, no representan a ningún protocolo, sino a una base de datos que asocia direcciones IP con dominios de Internet, y que nos facilita mucho las cosas a la hora de movernos por la red. Por ejemplo, es mucho más fácil escribir google.com en nuestro navegador de Internet que tener que teclear la dirección IP del servidor donde está alojado google, 216.239.39.104, pero si teclean ese número en la barra de direcciones de su navegador, se conectarán igualmente a google.com. El DNS es la base de datos que relaciona cada IP con su dominio de forma muy parecida a como funciona la agenda de un teléfono movil, que asocia números difíciles de recordar con nombres de persona.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando vi esas películas... mentira, cuando vi Jumping Jack Flash me pareció muy romántico lo del rollito por la protonet ésa por la idea de conocerse sin haberse visto nunca y gustarse sin que el físico tuviera nada que ver. Pero supongo que hoy en día ('Tienes un e-mail' es reciente, pero no tanto) con lo extendido que está lo de ligar por Internet, ya no daría para una peli porque nadie lo vería como algo mágico o inusitado, que es como se supone que ocurren los encuentros en los films de amor.

Ocurriría como con, por poner un ejemplo, una boda concertada. En culturas donde eso no se haga, podría dar pie a algo romántico. En donde se haga, supongo que los espectadores querrían quemar el negativo.